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Actualizado: 29 de junio de 2025


Pues qué, ¿se quiere que la probidad se pague con palacios, y la castidad con diamantes y trenes? Entonces los mayores galopines se harían probos para vivir a lo príncipe, y las suripantas echarían la zancadilla a Lucrecia y a Susana, a fin de conseguir por ese medio lo que por el opuesto logran ahora. La verdad es que el mundo anda menos mal de lo que se cree.

Por algo que te dejaste decir entonces continuó Nieves con voz bastante insegura, pero con bien hecha resolución , y otras señales que yo conocía desde mucho tiempo atrás, sospeché que entre mi tía Lucrecia y había... ciertos planes que tenían mucho que ver con la venida de mi primo a España... Con franqueza, papá: ¿los había o no los había? ¿los hay o no los hay a la hora presente?

En el cuerpo de las cartas sólo se trataba de las impresiones recibidas por cada firmante en la contemplación del retrato, «al natural», del hijo del otro, siendo muy de notar que cada padre extremaba las ponderaciones de su correspondiente sobrino, y ninguno de los dos mentía, porque es la pura verdad que Nacho y Nieves eran tal para cual, y, según decía Lucrecia a su hermano, «como nacidos el uno para el otro, a pesar de llevarle mi Nachito cuatro años a tu Nieves».

Otro accidente influye también en el corazón de Lucrecia, haciéndola apartarse del mundo; sigue el ejemplo de su primer amante, y se refugia en una choza solitaria en las montañas para vivir y morir en ellas.

¡Ah, picaruela, picaruela! dijo Bermúdez dándole unos golpecitos en la cara con la carta de doña Lucrecia . ¡Si tienes más trastienda cuando te conviene!... Y se fue tan satisfecho. Nieves, con ojos cariñosos, pero que parecían algo compasivos, le vio salir; y enseguida se sentó al piano y comenzó a preludiar una melodía de Schubert, que ella sabía de memoria... y Leto también.

Después, la verdad sea dicha, el acto de su hijo, referido por Nieves esta mañana; las reflexiones a que esto me ha traído, ¡tan hondas, tan complejas!... En fin, hombre, ¿a qué canástoles hemos de andar en más pamemas?: le aseguro a usted que si no fuera por la contrariedad del arrastrado compromiso viejo y el temor de que mi pobre hermana Lucrecia, a quien ya no le cabe en la piel de puro gorda que está, estalle con el disgusto...

En un discurso largo y artificioso habla de su anterior estado, suponiendo que la caída de los ángeles rebeldes ha sido un suceso ocurrido en la corte de un Rey ; añade luego que en su viaje ha visto á la bella Lucrecia, que se ha enamorado de él violentamente. Así espera despertar los celos en el corazón del ermitaño, y su antigua pasión.

Un día de campo, un rayo de sol o cuatro frases dichas a tiempo, podían hacer que Cristeta cayese trémula en los brazos de un hombre; pero quien se arriesgase a proponerle crudamente la compra de sus labios, los vería trocados en manantial de indignación; el enojo de Lucrecia fuera pálido comparado con el suyo.

"Voy a ver a mamá se dijo, . La pobre hace ya días que no pasa un rato conmigo." Y emprendió la marcha hacia el paseo de Luchana. Se puso de un humor excelente. Un piano mecánico tocaba el brindis de Lucrecia por allí cerca y se paró a escucharlo, ¡ella que se aburría en el Real oyéndolo a las más famosas contraltos!

En El ermitaño galán se nos transporta á los tiempos primitivos del cristianismo. Abraham, mancebo egipcio de ilustre nacimiento, es el prometido de la bella Lucrecia, y piensa casarse con ella, cuando oye de repente una voz interior, que le dice que su apasionado amor á su futura esposa pervertirá su alma, alejándola de la senda de la salvación.

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