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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Abandónala, pues, á causa de esta vocación interior, y se oculta en un lugar montañoso y solitario para hacerse ermitaño y ganar el cielo. Lucrecia, como es natural, se desespera al conocer la infidelidad de su amante. Resuelve entonces seguirlo. Lo mismo hace María, sobrina de Abraham, porque necesita obtener el consentimiento de su tío para casarse con su amante Alejandro.
Y de ello se trató largo y tendido entre los dos hermanos con entero y cabal beneplácito del marido de Lucrecia, la cual engordó de pronto cosa de ocho libras más, porque también los pensamientos agradables y las esperanzas risueñas se convertían en substancia para aquel corpazo tan agradecido.
El retrato de Nacho llegó a Sevilla, días andando, con una carta del flamante jurisperito para Nieves, y otra de su madre para don Alejandro, y la fotografía de Nieves salió para Méjico con una carta de ésta para su primo, y otra de su padre para Lucrecia. Lo de esta hembra denodada había llegado ya a su grado máximo.
Buscaba un Pilades; toda amante le parecía una Safo, y estaba seguro de encontrar una Lucrecia el día que la necesitase. Desengañarle era una crueldad. ¿Por qué no había de ser feliz mi primo unos días como lo hemos sido todos? Pero además hubiera sido imposible. Limiteme, pues, a tomar sobre mí el cuidado de introducirlo en el mundo, dejando a los demás el desengañarle de él.
Pero ¿conocían los hijos los proyectos de sus padres? ¿Los tenían por buenos y los habían aceptado con gusto? Don Alejandro podía jurar que de sus labios no había salido una palabra dirigida a Nieves, con intento de descubrírselos. Su hermana Lucrecia aseguraba lo propio con relación a su hijo. ¿Sería verdad?
Tragedia de La castidad de Lucrecia, agora nuevamente compuesta en metro por Juan Pastor, natural de la villa de Morata, en la cual se introducen las personas siguientes: el rey Tarquino, su hijo Sexto Tarquino, un negro suyo, Colatino duque de Colacia, Lucrecia su mujer, un bobo criado suyo, Hesperio, Lucrecio padre de Lucrecia, Junio Bruto y Publio Valerio parientes de Colatino.
La entrada costaba tres reales, y las noches de estrenos de óperas ó de iluminación, llegaba á una peseta. Los Lombardos debieron gustar bastante al público, pues la ópera se representó, después del día de la inauguración, en cuantas noches hubo espectáculo hasta el 2 de Enero de 1848 y á la citada obra siguieron Sonámbula, Atila, Lucrecia Borgia, Hernani y Favorita.
Resuenan entonces voces angustiosas detrás de la escena; Abraham se apresura á prestar auxilio al desdichado, que pide ayuda, y encuentra á Lucrecia desmayada, habiéndose extraviado en su peregrinación y precipitádose desde una peña.
Pues, en la proporción debida entre lo celestial y lo más noble de lo terreno, esa cara será la que ponga el hijo de don Adrián cuando sepa que los montes se le allanan... Y don Adrián, ya que usted le menciona, ¿cómo lo tomará? Ese debe darle a usted más miedo en este caso que doña Lucrecia. Si lo toma a la altura de lo que le quiere a usted y admira a Nieves, ¡pobres de nosotros!
En cuanto á su pudor, no hay palabras para encarecerlo: raya en absoluto; se espanta como la liebre, ó se defiende á bofetadas y á coces..... ¡Qué Lucrecia, ni qué ocho cuartos! ¡Más fácil le fuera á Lovelace ó á Tenorio sujetar el azogue entre sus dedos que cautivar el albedrío ó la cintura de una de estas vírgenes refajonas!
Palabra del Dia
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