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Actualizado: 15 de junio de 2025
«Digo, pues, señores míos -prosiguió Sancho-, que este tal hidalgo, que yo conozco como a mis manos, porque no hay de mi casa a la suya un tiro de ballesta, convidó un labrador pobre, pero honrado.» -Adelante, hermano -dijo a esta sazón el religioso-, que camino lleváis de no parar con vuestro cuento hasta el otro mundo.
No os conozco dijo la duquesa y, sin embargo, vestís como noble y lleváis hábito, lo que nada prueba, porque hoy se da á todo el mundo una encomienda. Me llamo don Juan Téllez Girón, señora. ¿Sois pariente de don Pedro? Soy su hijo... ¡Su hijo!... No conozco ningún hijo del duque que se llame Juan. Soy su hijo bastardo... ¡Ah! ya decía yo...
¡Ah! dijo Stein , el Santo Arcángel y la bendita Virgen, cuyos nombres lleváis, aquella que es la salud de los enfermos, la consoladora de los afligidos, y el socorro de los cristianos, os pague el bien que me habéis hecho. ¡Habla español exclamó alborozada la tía María , y es cristiano, y sabe las letanías!
-Si no os picáredes más de saber más menear las negras que lleváis que la lengua -dijo el otro estudiante-, vos llevárades el primero en licencias, como llevastes cola. -Mirad, bachiller -respondió el licenciado-: vos estáis en la más errada opinión del mundo acerca de la destreza de la espada, teniéndola por vana.
21 Y ellos tornaron y se fueron; y pusieron los niños, y el ganado y el bagaje, delante de sí. 24 Y él respondió: Mis dioses que yo hice, que lleváis juntamente con el sacerdote, y os vais; ¿qué más me queda? ¿Y a qué propósito me decís: Qué tienes?
Y, diciendo esto, se adelantó y se puso en la mitad del camino por donde los frailes venían, y, en llegando tan cerca que a él le pareció que le podrían oír lo que dijese, en alta voz dijo: -Gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese coche lleváis forzadas; si no, aparejaos a recebir presta muerte, por justo castigo de vuestras malas obras.
La borda destrozada, la vela mayor hecha trizas. ¿Qué dirán los armadores cuando me presente con su barco en tan triste estado? Lo triste sería, dijo el barón, que fueseis vos á sufrir por causa mía, sobre todo después de la faena de hoy y de vuestro brillante comportamiento. Nada, os lleváis esas dos galeras como prueba de la jornada y que las vendan los armadores.
Pues ya que tan atento lo ofrecéis, contestó Simón con sorna, por lo que á mí toca me contentaré con un par de eslabones de esa cadena que lleváis al cuello, que más gruesa no la he visto jamás, ni aun entre los más opulentos caballeros de Francia.
¡Pues así Dios me salve! ¡La ha de haber y tres más, y si no por quien soy que os pongo a todos a cuatro patas y me lleváis a caballo hasta Cebre! Nada replicó Primitivo, incrustado en el quicio de la puerta. Vamos claros, ¿cómo es que no hay burra? Ayer, al volver del pasto, el rapaz que la cuida le encontró dos puñaladas.... Puede el señorito verla.
No tardaron en hallarse congregados los arqueros, á quienes el barón, con voz firme y ademán enérgico, dirigió la palabra en estos términos: Me dicen, arqueros, que os habéis aficionado á esta regalada vida que aquí lleváis, hasta el punto de no querer salir de Auvernia.
Palabra del Dia
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