United States or Isle of Man ? Vote for the TOP Country of the Week !


Una de éstas había tomado pie de la afición desatinada que Soledad tenía al confite más exquisito de la Andalucía, á las famosas «yemas de San Leandro». Velázquez le había prometido traerle un cartucho de ellas, pero se le olvidó: recordóselo la joven, volvió á prometérselo y volvió á olvidársele. Soledad, no tengas cuidado... de hoy no pasa, hija mía.

Yo, señor don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, que ya le el suyo, o los suyos dijo el Cojuelo , porque hemos sido vecinos por esa dama que galanteaba y por quien le ha corrido la justicia esta noche, y de quien después le contaré maravillas, me llamo desta manera porque fuí el primero de los que se levantaron en el rebelión celestial, y de los que cayeron y todo ; y como los demás dieron sobre , me estropearon, y ansí, quedé más que todos señalado de la mano de Dios y de los pies de todos los diablos, y con este sobrenombre; mas no por eso menos ágil para todas las facciones que se ofrecen en los países bajos, en cuyas impresas nunca me he quedado atrás, antes me he adelantado a todos; que, camino del infierno, tanto anda el cojo como el viento ; aunque nunca he estado más sin reputación que ahora en poder deste vinagre, a quien por trato me entregaron mis propios compañeros, porque los traía al retortero a todos , como dice el refrán de Castilla, y cada momento a los más agudos les daba gato por demonio.

A España llegó Martí, apesadumbrado, pobre, comido de pesar el corazón. A causa del grillete que había llevado se le formó un tumor del cual lo operaran dos veces y las dos sin éxito. Primeramente vivió en Madrid del escaso producto de unas clases que daba a los niños de don Leandro Álvarez Torrijo y a los de la Viuda del General Ravenet. Vivía, como es de suponerse, miserablemente.

Con este suceso, que llamó extraordinariamente la atención, dejose en paz al hirsuto Marroquín, «el cual por lo menos sabía guardar las formassegún decía D. Leandro, el tiple de San Isidro.

Me paece a , tío Leandro dijo el imprudente Felipe , que nuestro amo no se va de buena gana, porque aquí bien se regala... Pero como la señora es tan amiga del lujo... ¿Qué dices? exclamó Reynoso levantando vivamente la cabeza y encarándose con el zagalón. Este se puso pálido y balbució miserablemente: Es lo que tengo oído por ahí...

Mas cansado al fin de este ejercicio, se levantó y comenzó a pasear buscando medio de utilizar nuevamente sus músculos poderosos: y sin darse cuenta de ello, fue acercándose en silencio al paraje donde tocaba la flauta D. Leandro.

Luzán, Blas Nasarre, Montiano y Luyando. 299 CAPÍTULO II. Reformas hechas en los teatros. Traducciones de dramas franceses. Tragedias de D. Nicolás Fernández de Moratín y de otros. Comella. D. Ramón de la Cruz. La Huerta. 325 CAPÍTULO III. D. Leandro Fernández de Moratín. Cienfuegos. Reforma del teatro español y desaparición del sistema clásico. Gorostiza. Martínez de la Rosa.

Pero no contó con la huéspeda, la cual en esta ocasión fue Marroquín, quien indignado de aquel acto brutal, o por ventura cediendo a la aversión que le inspiraban todos los clérigos, acudió velozmente en auxilio de su compañero, y sujetando a su vez al cura por la espalda, le apretó tanto la cintura, que aquél se vio obligado, no solamente a dejar en paz a D. Leandro, sino a pedir con voz quejumbrosa misericordia.

Hero y Leandro fueron dos personajes imaginarios también, como el pájaro fénix. Hero una zagala y Leandro un zagal, vivían separados por el Helesponto, un brazo de mar, casi mar. Hero y Leandro se amaban, y Leandro de costa a costa nadando para echar un párrafo con Hero. En una de éstas, se enfurruñaron las aguas y pereció Leandro.

¡Bien puede usted perdonarlo, mi amo manifestó el tío Leandro , porque este mozo no es más que una caballería salvo el alma que es de Dios y no de él...! Es que cavilo que si tarda un cuarto de hora más en nacer, nace ya con la albarda puesta... En fin, señor, que es una grandísima bestia... No hay más que verlo.