Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 29 de junio de 2025
Somos como los peces en el mar; ¿me entiendes, Alcaparrón? Los peces viven en la misma agua en que se disolvieron sus abuelos y en la que laten los gérmenes de sus sucesores. Nuestra agua es el ambiente en que existimos: el espacio y la tierra: vivimos rodeados de los que fueron y de los que serán.
Nada, en efecto, ayuda tanto á escrutar la vida, como la «contrafigura de la vida»; es decir, el teatro, porque sobre el escenario, ante el resplandor de la batería y entre rocas de madera y muros y horizontes de trapo, laten el amor, los celos, la ambición, la codicia, el disimulo, todas las ruindades y pasiones, en fin que riñen y se cotizan en el cruel mercado humano; que es la farándula, lector, «un mundo» abreviado ó miniaturizado, «del mundo»...
Cada cual se explicará á su modo la rebelion de la hija demandando al padre ante la ley, para que no la ame como hija, sino para que la pague como criada; pero á mí me subleva semejante atentado contra las leyes del respeto, del amor, de la sangre. Mis sienes laten convulsivamente cuando creo ver á una mujer que se acerca a la sociedad, que anda preguntando el nombre del juez, que le pide auxilio, que le implora ... ¿con qué fin? Con el fin de que allí comparezca como reo el hombre desgraciado que la dió la existencia.
Pues si eres como tu padre, nada más deseo, porque el buen tío Pedro diré mi padre, María tiene el corazón más amante que abrigó pecho humano. Corazones como el suyo sólo laten en los diáfanos pechos de los ángeles y en los de los hombres selectos. «¡Selecto mi padre! dijo para sí María, pudiendo apenas contener una sonrisa burlona . ¡Anda con Dios!, más vale que así le parezca.»
Cuando no podemos desahogar el alma de las cosas confusas y sin nombre que en ella laten, a través de los ojos de la carne, inundados de lágrimas, los ojos del espíritu se levantan al cielo, al gran misterio, y allí quedan posados en muda contemplación, suspenso el tiempo, suspensa la vida misma.
Porque como desde que los imagino hasta que los acabo voy poniendo en ellos tanto de mi alma, al fin ya no llegan a ser telas, sino mi alma misma, y me da vergüenza de que me la vean, y me parece que he pecado con atreverme a asuntos que están mejor para nube que para colores, y como solo yo sé cuánta paloma arrulla, y cuánta violeta se abre, y cuánta estrella lucen lo que pinto; como yo sola siento cómo me duele el corazón, o se me llena todo el pecho de lágrimas o me laten las sienes, como si me las azotasen alas, cuando estoy pintando; como nadie más que yo sabe que esos pedazos de lienzo, por desdichados que me salgan, son pedazos de entrañas mías en que he puesto con mi mejor voluntad lo mejor que hay en mí, ¡me da como una soberbia de pensar que si los enseño en público, uno de esos críticos sabios o cabalierines presuntuosos me diga, por lucir un nombre recién aprendido de pintor extranjero, o una linda frase, que esto que yo hago es de Chaplin o de Lefevre, o a mi cuadrito Flores vivas, que he descargado sobre él una escopeta llena de colores! ¿Te acuerdas? ¡como si no supiera yo que cada flor de aquellas es una persona que yo conozco, y no hubiera yo estudiado tres o cuatro personas de un mismo carácter, antes de simbolizar el carácter en una flor; como si no supiese yo quién es aquella rosa roja, altiva, con sombras negras, que se levanta por sobre todas las demás en su tallo sin hojas, y aquella otra flor azul que mira al cielo como si fuese a hacerse pájaro y a tender a él las alas, y aquel aguinaldo lindo que trepa humildemente, como un niño castigado, por el tallo de la rosa roja. ¡Malos! ¡escopeta cargada de colores!
Las amantes de los dos amigos se llevaban bastante bien, lo cual equivale a decir que sólo se peleaban una vez por semana. ¡Qué bello es contemplar cuatro corazones que laten al unísono! Los hombres montaban a caballo, leían el Fígaro, o comentaban los chismes de la ciudad; las damas se echaban mutuamente las cartas, con gracia sin igual: ¡una edad de oro en miniatura!
Déjame en el suelo. No quiero... no puedo... Al fin, cerca de la orilla, la pone en el suelo; después se tira sobre la hierba, apoya la mano sobre el corazón y hace un esfuerzo para tomar aliento. Le laten las sienes y está a punto de perder el conocimiento... Pero se incorpora con esfuerzo vigoroso, inclina el busto sobre la corriente y coge agua en las palmas de las manos para bañarse la frente.
Blumentritt, en sus fúlgidos salones De filipino ambiente, Do laten filipinos corazones, Sincero y elocuente En aquel sitio mismo ¡Qué parece el dosel del patriotismo!
No tiene en cuenta el estado espiritual de los seres que trata de unir, si hay o no correspondencia entre sus almas, si existe o no existe afinidad, si los corazones laten a compás y hay entre ellos mutua resonancia. El amor, en una palabra, nunca es tenido en cuenta por la casamentera. A su juicio, siendo armónicas las circunstancias armónicas a su parecer el amor tiene que producirse.
Palabra del Dia
Otros Mirando