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Actualizado: 21 de julio de 2025
Y la gente, endomingada, paseaba alegre, y el sol y el cielo parecían más risueños que nunca. Era el de la calle Entre Ríos un caserón de planta baja; desde la acera se veía jugar a varios muchachos en el patio: cuando la señora se acercó a la reja, apenas podía hablar, de cansancio. ¿El señor de tal?
Si tuvieras algún pesar que te abrumara, el arroyuelo te lo diría, respondió la madre, así como me habla á mí del mío. Pero ahora, Perla, oigo pasos en el camino y el ruido que forma el apartar las ramas de los árboles; vete á jugar y déjame que hable un rato con el hombre que viene allá á lo lejos. ¿Es el Hombre Negro? preguntó Perla.
Asunción y Presentación eran dos angelitos con quienes se deseaba jugar para verles reír, y para reírse uno mismo del grave gesto con que enmascaraban sus lindas facciones cuando su madre les mandaba estar serias.
Cuando para disimular mejor el miedo se fueron aquéllos a jugar con su cadena, no pudo reprimir la indignación y les advirtió con un manotazo de que aquello era de «mírame y no me toques,» y para evitar más conflictos, se levantó de la silla y se puso a dar vueltas por la estancia, sin perder un átomo de su ingénita gravedad.
No hice más que entretenerme un rato... Pensaba venir á jugar, pero se me pasó la hora sin saber cómo... Aunque ya era tarde, como estaba fatigado, salí á tomar un poco el fresco... Tengo la cabeza como un horno... Eso no puede ser bueno, Homobono dijo una señora. Se está usted matando añadió otra. Todos los extremos son malos apuntó una tercera.
¿Son muchos? preguntó Cornelio. Cuarenta, por lo menos respondió el Capitán. ¿Usan armas de fuego los papúes? Armas de fuego, no; pero sí flechas envenenadas con jugo del upas, y que lanzan muy diestramente con la cerbatana. También usan lanzas y ciertas hachas pesadas, que llaman parangs, con las cuales, de un solo golpe decapitan a una persona. No hay, pues, que jugar con esos salvajes.
Los dos son aficionados; les gusta jugar con juego, vamos a verlos correr: son cojos... hijos de rengo. 656 aunque el gajo se parece al árbol de donde sale, solía decirlo mi madre, y en su razón estoy fijo: "Jamás puede hablar el hijo con la autoridad del padre". 657 Recordarán que quedamos sin tener donde abrigarnos, ni ramada ande ganarnos, ni rincón ande meternos, ni camisa que ponernos.
Ya se fueron. ¡Mira cómo brilla la luna! ¡Mira qué campos tan hermosos y cuántas flores!... Un palacio de cristal... Delante hay una niña jugando con un gatito blanco... ¡Qué precioso!... Es más bonito que el Rojo... Déjame jugar con ella, Luis... Jugarás cuanto quieras, y te compraré un gatito y una palomita blanca que venga a comer a tu mano. No, no quiero que gastes dinero.
Pareció bien esta idea: aprobóla la vieja; y sin decir palabra á Cunegunda, se puso en execucion mediante algun dinero: teniendo así la satisfaccion de jugar pieza á un jesuita, y escarmentar la vanidad de un baron aleman.
Era el único secreto que había entre ama y esclavo; la única mala pasada que ella le había querido jugar.... Y como tampoco había tenido mal resultado, sino muy beneficioso para Zapico, este seguía estimando a doña Paula.
Palabra del Dia
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