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Actualizado: 21 de julio de 2025
Jugar para vivir jugando; para dar á un juego nuestra vida; para desplumarnos dándonos las manos y sonriéndonos; para hacer en un dia una fortuna injustificada, á costa del prójimo insensato; jugar para que tantos comerciantes dignos y honrados se quemen el cerebro con una pistola, eso no. Podrán contestarme lo que quieran; yo no llevo la contra á nadie; á nadie desmiento; pero digo que no.
En una palabra: no hay nada que pueda interesar a la política; entonces pregunta por el joven Rodríguez y le dicen que está espirando. En seguida se pone a jugar y gana miles. Don Francisco Reto y don N. Lugones han murmurado entre sí algo sobre los horrores que presencian.
Hemos tenido un tiempo magnífico; la travesía ha sido feliz; nuestro yate es capaz de andar diez y ocho nudos por hora durante doce, sin sufrir avería. El resultado dependerá de la actividad con que os ayudemos mañana por la noche. Puede usted contar con que todo se hará según su deseo. Yo no dejaré el puente y ¡qué diablo! si hay que jugar el todo por el todo pura socorreros, se jugará...
Cuando se encontraron frente a frente en el boudoir, le dijo Pepa cogiéndola por las muñecas y mirándola fijamente: Vamos a ver, Clementina, ¿tú sabes cómo andan los negocios de tu marido? Fué un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precisión, tenía noticias de las pérdidas de Osorio, de su creciente y febril afán de jugar.
Cierto; mi collar de perlas, el verdadero, lo vendí aquí, y muchas otras joyas; he perdido grandes cantidades, de las que no quiero acordarme... Pero entonces no sabía lo que sé ahora... ¡ahora precisamente que tengo poco dinero para jugar! Lubimoff sintió asombro ante la fe con que hablaba esta mujer de sus conocimientos actuales.
Es el ministro. Sí, él es, dijo la niña. Y tiene la mano sobre el corazón, madre. Eso es porque cuando el ministro escribió su nombre en el libro, el Hombre Negro le puso la señal en el pecho. Y ¿por qué no la lleva como tú fuera del pecho? Ve á jugar ahora, niña, y atorméntame después cuanto quieras, exclamó Ester. Pero no te alejes mucho. Quédate donde puedas oir la charla del arroyuelo.
En seguida se me subió el tufo a las narices... Los militares somos así... Y dije para mí, entonces: Hay que cortar esto por lo sano y jugar el todo por el todo: o tú o yo. ¿A qué vienen esas rivalidades en que los dos se están odiando, y sin embargo, se aguantan un día y otro sin decirse una palabra? Eso lo puede hacer muy bien un paisano, pero un militar... creo yo... V. bien me comprende.
Vean ustedes si Pepe Vera sabe jugar con el toro clamó el joven sentado junto a Stein, con voz que a fuerza de gritar se había enronquecido. El duque fijó entonces su atención en Marisalada. Desde su llegada a la capital de Andalucía, ahora fue la primera vez que notó alguna emoción en aquella fisonomía fría y desdeñosa. Hasta aquel momento nunca la había visto animada.
Largos días pasó Cafetera meditando sobre el asunto; y ya casi olvidado de él estaba una mañana en que había libado bastante, sentado sobre un guardacantón, fumando una colilla, á caza de fletes para el bote y en espera de sus amigos para jugar al cané.
Un pajarito de pardo color y pecho blanco fué alcanzado por un guijarro, y se retiró revoloteando con el ala quebrada. Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causó mucha pena haber hecho daño á aquella criaturita tan caprichosa como la brisa del mar ó como la misma Perla.
Palabra del Dia
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