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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Luz sabía desde muy niña que su madre era viuda, y de quién lo era y desde cuándo; pero en lo que jamás había dado, dio en las primeras conversaciones que tuvo con su madre, recién llegadas las dos de Francia: en pedirla noticias y pormenores íntimos de «su padre». ¡Figúrese el lector en qué aprietos no se vería la aristocrática viuda de don Mauricio Ibáñez para salir limpia y sin manchar a nadie, de aquel nuevo lodazal en que la arrojaba de pronto el natural deseo de su hija!

ABIND. Detente, Jarifa mía, Que si escucharte podía, Fué querer tu amor probar. Escucha, espera. JARIFA. ¿Qué quieres? ABIND. Que menos traidor me nombres, Que jamás los nobles hombres Se burlan de las mujeres. Oye, espera, por tu vida; No me hagas correr tras ti, Que apenas me tengo en De dolor de cierta herida.

Eran tan juiciosas, que jamás se movían del sitio en que las colocaban. Sólo crujía el gozne de madera de sus rodillas, hombros y codos, cuando el alemán las sentaba al piano, ó las hacía tomar los lentes para mirar á la calle. De resto, no daban nada que hacer, y jamás se les oyó decir esta boca es mía.

La mitad de las veces es necesario decir lo que no se piensa y ocultar lo que se piensa. ¡Qué horrible máxima! exclamé asustada. No la podré poner en práctica jamás. Ya llegarás a ello; mientras tanto, observa la etiqueta. ¡Y dale con la etiqueta! respondí, marchándome de mal humor.

De estos factores provino esa resistencia siempre vencida y siempre renaciente del pueblo contra los desmanes y la avaricia de los reyes y de los papas, que alcanza su primera grande etapa en la Magna Carta, arrancada al rey Juan por los barones en 1215, eludida a menudo después, pero jamás borrada del espíritu público, donde se conserva con la fijeza de una constelación en el firmamento; reconfirmada y ampliada en el parlamento de Simón de Monfort, en 1265, echando al mar en Dover la bula que contenía la excomunión del papa contra los barones rebeldes para quedar, desde entonces, como el gran faro nacional para los días de tormenta o de niebla política, mientras en el continente, aun en Escocia y en Irlanda, y con la sola excepción de la Holanda y la Suiza, la sumisión cristiana a la autoridad divina de los papas, los pastores y los reyes, bajo la forma protestante, la católica o la ortodoxa, hacía tabla rasa de todos los sentimientos de independencia individual o comunal, y mayormente en España, donde el Santo Oficio, sentaba sus reales y sus instrumentos de tortura veintiún años después del nacimiento de la Magna Carta en Inglaterra, para modelar a nuestros mayores por el terror máximo en el plan de la más grande intolerancia sectaria y de la más completa sumisión pasiva al altar y al trono.

¿Quiénes eran aquellas mujeres?... Rafael conocía toda la ciudad y jamás las había visto. La que estaba cerca de él, era indudablemente una servidora de la otra; la doncella, la acompañante. Vestía de negro, con cierta gracia sencilla, como una de esas soubrettes francesas que él había visto en las novelas ilustradas.

¿No?, pues el otro día, cuando nos vimos en casa de Joaquín, decía este que estaba usted algo peneque... se entiende, un poco alegre... Perdone usted, Sr. de Santa Cruz replicó Ido avergonzado . Yo no me embriago; no me he embriagado jamás.

Después de leer estas páginas, y hacer presente á mis lectores que el indio jamás se aburre en sus fiestas, y que asiste á ellas con todo el júbilo infantil de un colegial en día de asueto, no puedo menos de recordar la pregunta que ya queda hecha. ¿Es, ó no, feliz Ambrosio? La provincia de Tayabas á principios del presente siglo.

No entiendo lo que decís, huésped, en eso de ser y no ser vuestra criada la fregona. Yo he dicho bien añadió el huésped ; y si vuesa merced me da licencia, le diré lo que hay en esto, lo cual jamás he dicho a persona alguna. Primero quiero ver a la fregona que saber otra cosa; llamadla acá dijo d Corregidor. Asomóse el huésped a la puerta de la sala, y dijo: ¿Oíslo, señora?

Te daré entierro en la fosa de mi triste corazónSe arrodilló y besó, con prolongado beso, la mano del conde. Yo lo observaba todo, de hito en hito. Los niños son los mejores observadores, y las observaciones intensas de la niñez jamás se olvidan.

Palabra del Dia

ciencuenta

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