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Los condes de Alcaudete, cuyo estado fundó el adelantado D. Alonso Fernandez de Córdoba, hijo de D. Martin Alonso. Fueron sus primeros señores los Aguilares, por donacion que hizo el rey S. Fernando á D. Gonzalo Ibañez, que le mudó el nombre de Poley por el de Aguilar.

El Rey: D. Mateo Ibañez de Segovia, de la Orden de Calatrava, mi tesorero general, yo os mando que de cualquier dinero que se os esta hecho o hiciere cargo en mis arcas de tres llaves, sacándolo dellas con intervención de los contadores de la razón de mi hacienda que tienen las dos, déis y paguéis a Diego Velázquez, pintor, cuatrocientos ducados en moneda de plata, que valen ciento y cincuenta mil mrs.

Blasco Ibáñez, ni de Camino de perfección, del Sr. D. Pío Baroja. Hoy trataré sólo de novelas escritas por autores que, como novelistas, se estrenan; de autores que agradecerán lo que yo diga, por malo y desautorizado que sea, considerándolo siquiera como anuncio.

A la marquesa le pareció muy cuerdo el dictamen de Guzmán, y desde aquel día se acabó entre ambos el tratamiento llano de sus intimidades; quedó proscrita toda alusión a lo pasado, y no fue en la casa de Luz ni fuera de ella el antiguo amante de la hermosa Nica Montálvez, más que un amigo muy afectuoso y atento de la ajamonada viuda del arruinado banquero don Mauricio Ibáñez.

Although in his earlier novels he is a pronounced realist, he displays a care-free optimism and a sympathetic humor that distinguish his work from the cynicism of Pardo Bazán and the bitter invectiveness of Blasco Ibáñez, nor has he the seriousness of purpose that characterizes Pérez Galdós. His style is usually direct and simple, but at times it becomes careless or even dull.

La razón de llevar siempre la contraria Gonzalo Quiroga a don Mauricio Ibáñez, no era otra que el gustazo de ver cómo se inflaba y contraía y trasudaba el banquero en cada contradicción, y cómo meeroodeaaba inútilmente en el camino de su pobre retórica, para urdir una réplica con que confundir al importuno a quien ya temía de lumbre, o para salir siquiera medio airoso del atolladero, delante de los contertulios, que habían dado en tomar aquellas engarras como la más divertida de las comedias.

En estas revelaciones era natural que le guiase un espíritu de rencor, y que acreditase, en cuanto le era posible, el plan de usurpacion que se atribuia á los Jesuitas. Valdelirios, que estaba prevenido contra ellos, sobre todo despues de la insurreccion de sus pueblos, acogia con deferencia estas especies; y alentado Ibañez por esta proteccion, atacò con mas descaro á sus antiguos hermanos.

Una mañana, los diarios de Madrid anunciaron en sus telegramas de París que se había publicado la traducción de LA BARRACA, novela del diputado republicano Blasco Ibáñez, con un éxito editorial enorme, y los primeros críticos de Francia hablaban de ella con elogio.

Por mas que se comenten estas Efemerides nunca se llegará á desmentir por este lado lo que tan candidamente expresa el autor en cada uno de sus párrafos. Sin embargo, no es posible negar el mal uso que hizo Ibañez de este documento, en la formacion de su obra, titulada: El reino jesuítico del Paraguay.

Siguiéronle rigurosamente los pocos estómagos agradecidos que hablaron después, hombres de corta talla política y de escasa significación literaria; y ya se daba por terminada la serie, preparándose griegos y troyanos a escuchar con la boca abierta la última, la más solemne de las palabras, la que estaba obligado y dispuesto a pronunciar el héroe de la fiesta, en cuyo aspecto se reflejaban harto claramente las hondas impresiones que le combatían el espíritu en aquel trance de prueba, cuando se levantó don Mauricio Ibáñez.