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Actualizado: 14 de julio de 2025
Además, los invitados habían empezado á bailar en los salones y el pianista golpeaba rudamente el teclado. Unas palabras confusas llegaron hasta él. La pareja del gabinete levantaba el tono de su conversación á causa del ruido. Tal vez las emociones de su diálogo les hacían olvidar también toda reserva. Reconoció la voz de Fontenoy. ¿Para qué frases dramáticas?... Tú no eres capaz de eso.
La encontré muchas veces en tertulias aristocráticas y en castillos adonde habíamos sido invitados. Al fin nos casamos, y hemos llevado desde entonces una existencia muy elegante, pero muy cara. Calló un momento, como si quisiera apreciar el efecto que causaba en Robledo este resumen de su vida. Pero el español permaneció silencioso, queriendo saber más.
Llama usted secuestro á estar en una estufa deliciosa con personas bien educadas... Además, si usted quiere, vamos á llamar á miss Maud Harvey y á rogarla que le guarde á su lado hasta que miss Hawkins salga de esta casa y Jacobo con ella. En cuanto los dos se hayan marchado, tendrá usted toda libertad para entrar en los salones y cenar con los invitados de su suegro.
Pero como hombre dócil y de buena pasta, no sólo cedió a recortarse un si es no es la barba, sino que se vistió una flamante levita, se puso botas de charol, pantalón bombacho, sombrero de copa y en la corbata un alfiler con una enorme esmeralda falsa. ¡Estaba horrible! ¡patibulario! Los invitados al pasar junto a él no podían menos de sentir un escalofrío.
La función religiosa terminó apresuradamente. Que perdonara la Virgen: otro año tendría mayor solemnidad. Y las autoridades e invitados abandonaron sus asientos del altar mayor para correr en demanda de noticias al palacio arzobispal. Al despertar Gabriel, pasado mediodía, todos hablaban en el claustro alto de la salud de Su Eminencia. Su hermano preguntaba a tía Tomasa, que venía de palacio.
Raimundo, en pie, allá en el extremo de una de las mesas, no quitaba ojo a su amada, que iba y venía de un sitio a otro previniendo los deseos de aquellos invitados a quienes más deseaba complacer. De vez en cuando le enviaba una imperceptible sonrisa de inteligencia que transportaba al joven al séptimo cielo.
Este anuncio sirvió para que las comadres de la Presa se imaginasen algo nunca visto; y después de la cena empezaron á formarse grupos de curiosos frente á las ventanas iluminadas. Algunas mujeres se ponían una mano junto al oído pura escuchar mejor, imponiendo silencio á las compañeras con sus codazos. Elena, sentada al piano, cantaba romanzas sentimentales mientras iban llegando sus invitados.
La fantasía de Cobo Ramírez, apretada por la gravedad del caso, fascinó a los invitados con peregrinas trazas y artificios delicados: los tuvo enajenados cerca de una hora. Llamó la atención, y le valió unánimes aplausos, un juego de sortija que se organizó en el medio del salón.
Algunos días después fueron a instalarse al castillo de la Venerie, donde la presencia de los invitados debía evitarles el disgusto de las largas conversaciones.
El cristal de las copas es de primer orden, pero los vinos de Montifiori están a la altura de la mayor parte de sus invitados. Hombre práctico al fin, él sabe que a su casa viene de toda clase de gente. Es absurdo, pues, dar buen vino a todo el mundo. ¿Para qué? quién lo sabría apreciar. Yo me mantenía retirado de aquel grupo de maldicientes.
Palabra del Dia
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