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Actualizado: 14 de octubre de 2025


Al oir hace poco á un vecino de Montaubán, que nos refería los saqueos y depredaciones de esos foragidos, hice voto de castigar duramente al que en realidad los manda hoy. Vos y el señor de Butrón quedáis invitados á mi mesa y por lo pronto formáis parte de los caballeros de mi séquito.

La noble poetisa mostró un entusiasmo ruidoso al verle en sus salones. Apartando á los otros invitados, salió á su encuentro y le estrechó ambas manos á la vez. Luego, apoyada en su brazo, lo fué llevando entre los grupos para hacer la presentación. Le acariciaba con los ojos, como si fuese el principal atractivo de su fiesta; parecía sentir orgullo al mostrarlo á sus amigas.

¡Cómo! ¿V. no sabe jugar al bridge? exclamó la dueña de la casa, mirándome de pies a cabeza con su impertinente... Y luego añadió, ante sus invitados: ¡Este señor no sabe jugar al bridge! Su exclamación, dicha del modo más despreciativo, produjo consternación y casi espanto. Todos me rodearon, mirándome asombrados, como a un animal extraño o un criminal terrible.

La señora Aubry tomó su brazo para pasar al comedor; el señor Aubry se colocó entre las dos jóvenes y se apoderó alegremente de un brazo de cada una de ellas, en tanto que Bertrán y Martholl, invitados ese día, seguían muy correctos. Estos jóvenes, al lado de Juan, ofrecían un visible contraste: delgados, pálidos, delicados, parecían no haber nacido para la lucha.

Anudando su corbata pensaba ya en la molestia de esa comida oficial en que durante largas horas estaría como en representación ante los invitados de su amigo y en que el deber profesional le obligaría a conversar con la principal interesada en el asunto de los bosques de Val-Clavin.

Ese hombre reservado, discreto y reflexivo por temperamento, sentíase interesado por aquella mujer de un carácter tan abierto y tan noblemente alegre... Y cuando se levantaron de la mesa y volvieron los invitados al salón, se las arregló de manera que pudiese encontrarse cerca de la joven.

Hasta aquí el squire no había dado la bienvenida de un modo señalado más que a los jefes de familia a su llegada; pero siempre, a medida que avanzaba la tarde, su hospitalidad irradiaba con más amplitud, hasta que golpeaba las espaldas de los invitados más jóvenes y manifestaba la particular satisfacción que le proporcionaba su presencia.

Empezaba la parte más interesante de la fiesta para muchos de los invitados. Friterini dió voces, dirigiendo á las mestizas encargadas del servicio.

Estos invitados eran comerciantes españoles é italianos establecidos en las poblaciones más cercanas y algunos venidos de la lejana isla de Choele-Choel, lugar hasta donde llegan los escasos barcos que pueden remontar el río Negro.

Pedro y Juan jinetean sin cesar toda la tarde, de la casa al parador, y de este a aquella. En las ciudades antiguas donde aun hay alegres posadas, y cierto indio que sabe francés, han comido casi todos los invitados. A las ocho de la noche empieza el baile. Toda la noche ha de durar.

Palabra del Dia

reclinándose

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