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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Un ágil bailarín que era el conductor del aurresku lo iniciaba con el paso solemne de la invitación. Echaba la boina en tierra, y después de pedir la venia al alcalde que presidía el acto, se dirigía con una serie de minuciosos trenzados y saltos de extraordinaria agilidad, á invitar en el corro á la mujer que deseaba elegir como reina del baile.
Por mi parte me eché a reír, porque sabía que para mi malparado enemigo no había más que un remedio: venganza. ¿Se sentarán ustedes a mi mesa, señores? pregunté. El joven Ruperto declinó respetuosamente la invitación, alegando que importantes deberes los llamaban al castillo.
¡A casa, niña, que vas á coger un resfriado! chilló en aquel momento doña Victorina. La voz les trajo á la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron á Isagani á subir en el coche, invitacion que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon el testero doña Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados.
Hacía esfuerzos inútiles para entender á la vieja, la cual iba repitiendo las explicaciones que había escuchado, aunque sin comprenderlas mejor que la otra. Lo cierto es que Alberto trabaja en el cinema. Ven con el niño; os espero esta noche. Hizo su invitación con aire de mando. A las ocho la encontrarían en la puerta del cinematógrafo, situado casi en el extremo opuesto de la gran ciudad.
El choque de mi hijo político con los canallas que pretenden insultarle... Mire usted, Duque; si toma a mal la súplica que acabo de hacerle, se equivocará mucho... Nosotros estamos tan honrados con su estancia en nuestra casa, que nada nos ha causado tanto orgullo como esa preferencia... Mi marido la ha solicitado con empeño, y ha recibido gran alegría cuando supo que usted había aceptado su invitación... ¿Cómo puede nadie figurarse que yo no me encuentre satisfecha teniendo en mi casa a una persona tan elevada, yo que soy una pobre mujer del pueblo, hija de un marinero, nieta de un sereno, a quien toda la villa llama la Serena, como llamaron a mi madre y a mi abuela?... Verdad que si hubiera sido hace algunos años, estaría más orgullosa... Los desengaños, las tristezas, van labrando la soberbia... Pero de todos modos estoy muy contenta, y sólo el temor a los grandes disgustos que pueden venir a mis hijos, me ha obligado a dar este paso... que usted me perdonará...
Se trataba de un baile improvisado, que debía tener lugar aquella misma noche en el castillo vecino. Ella debía concurrir con su madre, é instaba al señor de Bevallan, para que las acompañara: éste se excusaba alegando que había salido de su casa por la mañana, antes de haber recibido la invitación y que su toilette no era á propósito.
Jacobo había roto completamente con la sociedad en que Diana Grey era una de las estrellas; pero temiendo, sin razón, herir la susceptibilidad de Maurescamp, si rehusaba la invitación de su querida, aceptó. Diana Grey colocó al señor de Lerne a su derecha, y desde el principio del almuerzo, ocupose de él de una manera muy marcada.
Verá usted cosas maravillosas en aquellas frondosidades, que, según la credulidad de nuestros remotos abuelos, fueron habitadas por los primeros dioses. Encontrará árboles casi de su estatura y tal vez bestias de caza muy interesantes. Edwin aceptó la invitación con entusiasmo.
Con su permiso dijo al espada voy a la cuadra a ver cómo han tratao a la jaca... ¿Vienes, camará?... Verás cosa güena. Y Potaje, aceptando la invitación, salió con él de la cocina. Al quedar solos el torero y la dama, aquél mostró su mal humor. ¿Por qué había bajado? Era una temeridad mostrarse a un hombre como aquel; un bandido cuyo nombre era el espanto de las gentes.
Ido era tan caballero que le faltó tiempo para hacer la invitación, añadiendo una frase muy prudente. «Pero, tocayo, sepa que no tengo más que un duro... Con que no se corra mucho...». Hizo el otro un gesto tranquilizador y cuando el Tartera puso el servicio, si servicio puede llamarse un par de cuchillos con mango de cuerno, servilleta sucia y salero, y pidió órdenes acerca del vino, le dijo, dice: «¿Pardillo yo?... pa chasco... Tráete de la tierra».
Palabra del Dia
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