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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Dicen también que después que los turcos se me llegaron, salí menos veces de las que debiera, y éstos, si se hallaron allí, se acuerdan mal, ó si no lo estuvieron, están mal informados, porque ultra de lo que creo yo que ninguna tierra que haya asediada y combatida ha echado tantas veces gente fuera ni con mejor orden, no se deben acordar que siempre que la eché volvieron huyendo con pérdida, é de que una vez que entre las otras, estando los turcos combatiéndonos las galeras, por disturbarlas y parescerme que se les podía hacer algún daño en aquella conjunctura, mandé á dos capitanes que con 300 soldados españoles é italianos saliesen asaltar las trincheas de los enemigos por la parte del Poniente, é que no solamente lo hicieran, pero que después de salidos, sin pasar del foso ni hacer ningún efecto, se volvieron al fuerte huyendo, y de que muchos que la quise echar, teniéndola á puncto é para salir, se iban las propias centinelas á dar aviso á los turcos; y también se les debe de haber olvidado que se me fueron á los turcos más de 1.000 hombres, de su propia voluntad, así por la mucha sed como por flaqueza de ánimo, é que no había hora ninguna de las del día ó noche que los enemigos no supiesen ni fuesen avisados de los nuestros propios de lo que dentro del fuerte se hacía, sin haber bastado remedio ninguno á que pudiese dejar de ser, buscando los que fueron posibles, porque para este particular tuve guardia, y porque de la mesma que mandaba poner se me iban, hice echar un bando que cualquier soldado que matase ó prendiese al fugitivo se le darían seis escudos al que le trujese vivo y cuatro al que le matase, y esto se observó y cumplió; y mandé hacer justicia de muchos que se huían, sin haber perdonado á ninguno.
Platón, que era hombre que sabía dónde le apretaba el zapato, si bien no los gastaba, y que sabía asimismo cuánto tenía adelantado para hablar el que no ha hablado nada todavía, había adoptado por sistema enseñar a sus discípulos a callar antes de pasar a enseñarles materias más hondas, y en esa enseñanza invertía cinco años, lo cual prueba evidentemente dos cosas: primera, que Platón estaba, como nuestras universidades, por los estudios largos; segunda, que no es cosa tan fácil como parece enseñar a callar al hombre, el cual nació para hablar, según han creído erróneamente algunos autores mal informados, dejándose deslumbrar sin duda por las apariencias de verosimilitud que le da a esta opinión el don de la palabra, que nos diferencia tan funestamente de los demás seres que crió, de suyo callados y taciturnos, la sabia naturaleza.
Los maldicientes que se creían mejor informados, referían de las tres Gracias verdaderas enormidades en los corrillos del público voraz. Las tres Gracias, y por añadidura en conserva, eran las tres viudas verdes: en una palabra, la Montálvez y sus dos amigas Leticia y Sagrario.
Esto no lo podemos decir aunque nos lo prediquen nuestros Padres, porque si los dos Reyes que dicen nos lo mandan estuvieran presentes para oir nuestros ruegos, ó á lo menos fueran informados con verdad del estrecho lance en que nos han puesto sus ministros, ciertamente que como protectores de la cristiandad y piadosos Padres de nuestra pequeñez, no permitieran el riesgo en que estamos, pues ya sabemos por boca de nuestros Padres Curas que los Sumos Pontífices que dieron permiso á los Reyes de España y Portugal para conquistar las Indias Meridionales, no tuvieron otro motivo para que nos pudiesen buscar en nuestras tierras sino el fin de que lográsemos los bienes eternos de nuestras ánimas, aunque nos privásemos de la libertad en que vivíamos para sujetarnos á ser vasallos de dos Monarcas que no conocíamos y siendo esto cierto se podrá creer que estos mismos soberanos que en nuestra conquista no tuvieron otro glorioso fin que el de propagar la fe de Jesucristo y extender los dominios de la Santa Iglesia, estos mismos nos han de poner en la necesidad de malograr el carácter de cristianos y en peligro de que nos arrepintamos de haberlo recibido, por conservarlo nos sujetamos á su obediencia y por ésta estamos al presente en el riesgo de perderlo todo?
Prudencio Sandoval y de Mr. Robertson, quienes, en esta parte íntima de sus célebres historias, fueron sin duda mal informados, ó fantasearon á medida de su deseo. Así lo demuestra el Sr. Lafuente con irrebatibles razones y documentos originales de primera fuerza.
Hablaron un buen rato en la entrada del mercadillo, sin fijarse en miradas maliciosas ni darse cuenta de los rudos encontronazos de la multitud; él la cargaba con el ramo más hermoso que veía, seguíala en su correteo por el Mercado, de puesto en puesto, y después la acompañaba hasta su casa, lentamente, saludando a los vecinos de los pisos bajos, que consideraban a Juanito como un conocido y se hacían lenguas, especialmente las mujeres, del «gancho» de la costurerilla, una mosquita muerta que había sabido «pescar» un novio rico, según aseguraban los mejor informados de la calle.
Hallamos en el pueblo gran abundancia de comida, por lo cual nos detuvimos cuatro dias en él: juntámonos despues, y pareciéndonos que estabamos informados medianamente de la tierra, su calidad y frutos, pareció á todos proseguir el viage; y caminando trece dias continuos, en que andariamos 52 leguas, segun decian los que entendian de las estrellas, llegamos á la nacion de los indios Carcokies: de allí, en nueve dias, entramos en otra provincia, de seis leguas de ancho y largo, la cual estaba toda cubierta de sal, tan espesa y blanca que parecia nevada, y que nunca se deshace.
24 Tomando a éstos contigo, purifícate con ellos, y gaste por ellos, para que rasuren sus cabezas, y todos entiendan que no hay nada de lo que fueron informados acerca de ti; sino que tú también andas guardando la ley.
Publicó un extenso artículo titulado «Los traidores a la patria», comentando y abultando la noticia de los periódicos bonaerenses... Y al final agregaba que, según datos enviados por sus bien informados corresponsales de la capital federal, ellos conocían los nombres de los oficiales indignos, tan severa y justamente acusados... Aunque no se pudiera todavía afirmar con seguridad, parece que entre ellos figuraba el capitán P. Era sin embargo de desearse que sólo por un error judicial y militar se incluyese en la ignominiosa lista el nombre de este oficial, amigo de una de las más respetables familias de la localidad.
Palabra del Dia
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