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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Aquí se oyó un estrépito infernal de platos hechos trizas, y un grito de Facia a quien se le habían caído de las manos como una docena de ellos. La miré entonces y la encontré mirándome a mi con ojos espantados y el color de la muerte en la cara.
Hay una maquinación infernal en el movimiento de esta noche. Yo lo sé ... he venido á prevenirles á ustedes y á impedir este atentado. Se internaron los tres, dirigiéndose á la huerta, donde los demás esperaban. Señores, ¿qué hacemos? dijo Bozmediano. El motín de esta noche se dirige á nosotros. Han amotinado al pueblo para cometer, en nombre de la libertad, un horrendo crimen.
Después, sin motivo alguno serio, manifestó rotundamente que todos los hombres eran ingratos. ¡Qué rato tan delicioso y tan infernal á la vez me estaba haciendo pasar aquella niña! Tengo... tengo... mire V., yo siempre digo que tengo catorce, pero la verdad es que no tengo más que trece y dos meses... ¿y V.? ¡Una atrocidad! No me lo pregunte usted, que me da vergüenza.
Lo mismo usted que los amigos que le han apadrinado sabían que mi hijo marchaba como un cordero al sacrificio, porque su infernal habilidad en el arma que había elegido le daba sobre él una superioridad indudable. ¿Quería usted que habiendo sido abofeteado le diese a elegir el arma que más le conviniese? replicó Aldama con más humildad.
El Victory atacó primero al Redoutable francés, y rechazado por este, vino a quedar frente a nuestro costado por barlovento. El momento terrible había llegado: cien voces dijeron ¡fuego!, repitiendo como un eco infernal la del comandante, y la andanada lanzó cincuenta proyectiles sobre el navío inglés. Por un instante el humo me quitó la vista del enemigo.
Aquel par de lobas le habían dado alguna mala bebida, tal vez polvos seguidores, que, según afirmaban las vecinas más experimentadas, ligan para siempre con una fuerza infernal.
Al mismo tiempo, su ministro de la Guerra fruncía las cejas, llevando instintivamente la diestra á la empuñadura del sable. Miguel reconoció al futuro enemigo en esta horda sucia y revoltosa. Con estos monstruos contaba su adversario infernal para triunfar en el porvenir.
Esta voz le hizo estremecer: levantó la cabeza, sonrió amargamente y pasando sus brazos alrededor del cuello de la joven mulata, la estrechó contra sí; su boca rozaba su mejilla, cuando sus labios encontraron la fatal cicatriz. ¡Infierno! ¡maldición sobre mí! exclamó con violencia . ¡Maldita vieja, bruja infernal! ¿quién habrá dicho...?
Y, sobre todo, esa infernal manía de ir contra Dios, de quitar al pobre sus sentimientos religiosos, de hacer responsable a la Iglesia de todo lo malo que ocurre, y que no es más que obra del maldito liberalismo... Don Pablo se indignaba al recordar la impiedad de la gente rebelde. En esto no transigía. Salvatierra y cuantos fuesen contra la religión le encontrarían enfrente.
Aproximábase al Colegio Imperial, cuando un vil pillete que rasguñaba una destemplada guitarra se le puso delante, cortándole el paso, y con voz que más tenía de infernal que de humana, cantó esta copla: ¡Muera Cristo, viva Luzbel! ¡Muera D. Carlos, viva Isabel! Apartó suavemente el jesuita al cantor y siguió adelante.
Palabra del Dia
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