Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
Tú lo has de ver. ¿Cómo que lo he de ver? Vaya, que tienes unas cosas... Mauricia se echó a reír con aquel desparpajo que a su amiga le parecía el humorismo de un hermoso y tentador demonio. En medio de la infernal risa, brotaba esta frase que a Fortunata le ponía los pelos de punta: «¿Te lo digo?... ¿te lo digo?». ¿Pero qué? Se miraron ambas.
A mí no me es concedido dijo el Espíritu , y a ti sí, por ser hombre con el privilegio del baptismo y libre del poder de los conjuros, con quien han hecho pacto los príncipes de la Guinea infernal . Toma un cuadrante de esos y haz pedazos esta redoma; que luego en derramándome me verás visible y palpable.
Este canto infernal salía de la tienda cuya descripción hemos presentado en el capítulo anterior, y quien lo ejecutaba era el poseedor de aquel establecimiento, el insigne Ramón Pérez. Entonaba las palabras Triste Chactas, etc., con una expresión, con un entusiasmo que le conmovían a él mismo hasta llenarle los ojos de lágrimas.
Callaos, hijos míos, en nombre del Cielo, callaos; lanzáis unos gritos capaces de asustar a las gaviotas. Guardaos vuestros ¡viva Santiago! para más tarde. Ya gritaréis eso en la plaza de San Antonio. Será de un gran efecto; pero, mientras tanto, veamos el medio de forzar el reducto de esos condenados. Y mostraba la cámara en la cual se hacía siempre un ruido infernal.
Es un dolor atroz, incesante, cruel, torturador, que da la idea de la Inquisicion, del infierno, de la suprema desesperacion.... Cada minuto es un siglo de angustia, y cuando el viajero ve aparecer el sol al dia siguiente, cuyo calor hace huir á la infernal plaga, comprende que en solo una noche ha sufrido por muchos años y ha aprendido á tener resignacion.
Todas las noches le atacaba una turba de diablos chorreando agua, y de mujeres rojas, de aspecto infernal, que se parecían a la suya. Luchaba largo rato, denodadamente, con sus enemigos, y acababa por ponerlos en fuga; diablos y mujeres huían a todo correr ante su espada flamígera, lanzando gritos de terror y gemidos lastimeros.
Volvió a sonreír Patricia con infernal malicia, y... «¿Qué... pero qué...?» balbució la señora acercándose de puntillas a la puerta de la sala. Empujola suavemente hasta abrir un poquito. No veía nada. Abrió más, más... Estaba pálida como si se hubiera quedado sin sangre... Abrió más... acabáramos. En el sofá de la sala, tranquilamente sentado... ¡Dios!, el otro. Fortunata estuvo a punto de perder el conocimiento. Le pasó un no sé qué por delante de los ojos, algo como un velo que baja o un velo que sube. No dijo nada.
Ahora veo a mi hija Manolita, que también sale en camisa... ¡Calle, también se ha despertado Paquito!... ¡No te he dicho que todos iban a recibir un susto!... Pero se van a constipar si andan de ese modo más tiempo... No toques más Juan, no toques más. Cesó el estrépito infernal. Vamos, Adela, Manolita, Paquito, abrigaos un poco y venid a dar un abrazo a mi hermano Juan.
A intervalos, sus facciones, aunque alteradas por el sufrimiento, se contraían por una sonrisa irónica e infernal. Lo que voy a revelar a usted dijo tal vez ofusque su razón. Dudará... no podrá usted creer... yo mismo dudo muchas veces; es decir, quisiera dudar; pero las pruebas están demasiado claras en todo lo que me rodea... Interrumpiose un instante, como para coordinar sus ideas.
Al pasar junto a la Regenta la miró cara a cara, distraído, pensando en su venganza; pero ella sintió aquellos ojos en los suyos como un contacto violento. ¡Eran los celucos! ¡Así miraban los celos! Era una belleza infernal, sin duda, la de aquellos ojos, ¡pero qué fuerte, qué humana! Dejaron ama y criada por fin el boulevard y entraron en la calle del Comercio.
Palabra del Dia
Otros Mirando