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Actualmente su poblacion es la ménos industriosa de la provincia, y la sola que se alimenta con la carne del caiman, para cuya caza se vale de mil ardides. Profesando el catolicismo, no han podido desprenderse de una infinidad de supersticiones de su condicion salvage: son por otra parte muy malos cristianos. El lenguage de que hacen uso es el mismo de su estado primitivo.

Desaparecen los municipios libres; sus defensores suben al cadalso en Castilla y en Valencia; el español abandona el arado y el telar para correr el mundo con el arcabuz al hombro; las milicias ciudadanas se transforman en tercios que se baten en toda Europa sin saber por qué ni para qué; las ciudades industriosas descienden a ser aldeas; las iglesias se tornan conventos; el clérigo popular y tolerante se convierte en fraile, que copia, por imitación servil, el fanatismo germánico; los campos quedan yermos por falta de brazos; sueñan los pobres con hacerse ricos en el saqueo de una ciudad enemiga, y abandonan el trabajo; la burguesía industriosa se convierte en plantel de covachuelistas y golillas, abandonando el comercio como ocupación vil, propia de herejes, y los ejércitos mercenarios de España, tan invictos y gloriosos como desarrapados, sin más paga que el robo y en continua sublevación contra los jefes, infestan nuestro país con un hampa miserable, de la que salen el espadachín, el pordiosero con trabuco, el salteador de caminos, el santero andante, el hidalgo hambrón y todos los personajes que después recogió la novela picaresca.

Juana, que era tan industriosa, solía hacer helado en una pequeña cantimplora que tenía; pero con más frecuencia se entretenía comiendo ora piñones, ora almendras y garbanzos tostados, ora flores de maíz, que Juanita tenía la habilidad de hacer saltar muy bien en la sartén, y ora altramuces y, a veces, hasta palmitos cuando los arrieros los traían de la provincia de Málaga, porque en la de Córdoba no se crían.

Finalmente, esta poblacion, la mas industriosa de la provincia, sabe sacar partido de todo para sus curiosos trabajos, sin servirse muchas veces de otras herramientas que sus cuchillas, lo que no hace sino duplicar el mérito: allí se utilizan las calabazas, transformándolas en jarras ó vasijas pintadas, que tienen una apariencia tan hermosa como las de China; los cocos, convirtiéndolos en cajitas torneadas; y otros muchos materiales, como las astas, los huesos, los dientes del caiman, etc., en pequeños objetos de lujo y de provecho.

Después que el enfermo hubo partido pareció que Clementina respiraba más libremente. Salió de su habitación, en la que se había encerrado, y bajó al jardín, pero permaneció turbada. Un pensamiento importuno atormentaba á su espíritu y á veces, Herminia, que no la perdía de vista, con la industriosa paciencia de las gatas y de las mujeres, la sorprendía hablando sola.

El día, pues, que un Gobierno nuevo dirija a objetos de utilidad nacional los millones que hoy se gastan en hacer guerras desastrosas e inútiles y en pagar criminales; el día que por toda Europa se sepa que el horrible monstruo que hoy desola la República y está gritando diariamente muerte a los extranjeros ha desaparecido, ese día la inmigración industriosa de la Europa se dirigirá en masa al Río de la Plata; el nuevo Gobierno se encargará de distribuirla por las provincias; los ingenieros de la República irán a trazar en todos los puntos convenientes los planos de las ciudades y villas que deberán construir para su residencia, y terrenos feraces les serán adjudicados, y en diez años quedarán todas las márgenes de los ríos cubiertas de ciudades, y la República doblará su población con vecinos activos, morales e industriosos.

Debía estar en el secreto de los destinos de su patria, y esto bastaba para que bebiesen en silencio por el éxito de la guerra. El joven creyó que el consejero y sus admiradores estaban borrachos. «Fíjese, capitán dijo con tono conciliador , eso que usted dice tal vez carece de lógica.» ¿Cómo podía convenir una guerra á la industriosa Alemania?

Pensad un poco en lo que representan, en lo que valen, en la riqueza y el ingenio que consagra a producirlos la ciudad más industriosa del mundo, y sin querer, vuestra mente os presentará entre los pliegues de las telas de moda todo nuestro organismo mesocrático, ingente pirámide en cuya cima hay un sombrero de copa; toda la máquina política y administrativa, la deuda pública y los ferrocarriles, el presupuesto y las rentas, el Estado tutelar y el parlamentarismo socialista.

Ambos se emparejaron, entrando en la industriosa villa como dos antiguos conocidos. Vaya, vaya... pues la verdad, no esperaba yo que mi tío me enviase caballo... No le decía categóricamente el día en que había de llegar. Tampoco me lo dio él como seguro.

El libro inmortal de Miguel de Cervantes nos da sobre esto implícita y simbólicamente varios consejos muy sanos que debiéramos seguir. Vencido D. Quijote por el Caballero de la Blanca Luna, no quiso ser dictador ni revolucionario, sino que proyectó dedicarse al pastoreo y a la vida pacífica e industriosa.