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Por los Dioses celestiales, que no lo , dixo el soldado, ni me importa; mi oficio es matar ó que me maten para ganar mi vida: servir aquí ó allí, es para todo uno; y aun puede ser que me pase mañana al campo de los Indios, que dicen que dan á los soldados cerca de media-dracma de cobre al dia mas que en este maldito servicio de Persia. Si quereis saber porque pelean, hablad con mi capitan.

La joven había tenido la delicadeza de no llevar el aderezo de bodas, aquel terrible aderezo. Pero en cambio llevaba uno no menos rico de su madre. , ; ¡mis hijos! exclamó la duquesa ; pero hablad bajo... muy bajo... vos... añadió dirigiéndose á don Juan hacedme el favor de cerrar por dentro aquella puerta. Ahora venid, venid conmigo á mi recámara, donde nadie pueda escucharnos.

Ya os he dicho que puedo ser vuestro amigo. Hablad. El duque de Lerma se sentó y Quevedo volvió á sentarse también. Voy á desembozar algunas palabras que os están haciendo sombra, y á empezar por desembozándome.

La suerte de vuestra hija está en vuestras manos, tened piedad de ella. Decidid: ¿será Laura libre y feliz, o estará condenada a una muerte lenta? ¡Hablad, libradme del miedo que os hace temblar! Marta respondió con una sonrisa penosa. ¿Hacerle creer que consiento en ser su mujer? Eso es hoy lo que se exige de . Pues bien, si creéis que esa palabra puede salvar a mi hija, la pronunciaré.

¿Ni vuestro hermano? No le tengo. ¿Ni vuestro amante? Nunca le he tenido. ¡Ah! ¿Qué os sucede? Quisiera saber quién os sigue. No volváis la cara, que sin que la volváis os sobrará acaso tiempo de saberlo. Pero si no es asunto vuestro... ¿Sabéis que sois muy curioso, caballero? ¡Ah!, perdonad: me callaré. No, hablad; hablad. Pero si mis palabras os ofenden... Habladme de lo que queráis.

15 así tornando he pensado hacer bien a Jerusalén y a la Casa de Judá en estos días; no temáis. 16 Estas son las cosas que haréis: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz; 17 y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis juramento falso; porque todas estas cosas son las que [yo] aborrezco, dijo el SE

Si vaciláis, si llega a faltaros la energía necesaria, mañana os veréis lejos de Orsdael y vuestra hija seguirá siendo la víctima de la señora Bruinsteen, hasta que una muerte prematura o una enajenación mental corone la maldad de sus verdugos. ¡Por Dios, tenedme lástima, Catalina; hablad claramente! ¿Por qué me torturáis así?

Os ruego, Mathys, que, para bien vuestro, no me ocultéis la verdad. Pero hablad claramente; ¿qué es lo que queréis saber? Aproximándose a él, la viuda le preguntó con voz contenida: Decidme, Mathys, ¿Elena es realmente hija de la señora de Bruinsteen?

¡Ah, no! ¡no, señor! exclamó el cocinero agonizando de terror, sudando, estremeciéndose ; yo lo diré todo. Hablad, pues. Habéis de saber, señor, que mi mujer... Pero si no se trata de vuestra mujer exclamó con impaciencia el duque. , ; ya , señor, que no se trata de mi mujer; pero es necesario empezar por mi mujer. Veamos, veamos; seguid.

En efecto, hablad con los hombres que no carecen de noticias, quizas con los mismos que le han declarado mas cruda guerra; «lo que es talento, oiréis, nadie se lo niega; sabe mucho y no tiene malas intenciones; pero qué quiere V.?.... se ha metido en eso, y es preciso desbancarle; yo soy el primero en respetarle como á persona privada; y ojalá que nos hubiese escuchado á nosotros; nos hubiera servido mucho, y habria representado un papel brillante. «¿Veis á ese otro tan honrado, tan inteligente, tan activo y enérgico, que al decir de ciertos periódicos, él y solo él, puede apartar la patria del borde del abismo?