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Actualizado: 17 de julio de 2025


Don Bernardino de Cáceres era un segundón de una familia principal de Córdoba; gastaba más vanidad que doblones, y por razón de su vanidad andaba siempre perdonando vidas. Hacíalo con tal aplomo y se creía tan de buena fe valiente, que los demás acabaron por creerlo y por respetarle. Esto había acabado de hacer insoportable á don Bernardino.

El franciscano flaco que comprendía la sonrisa del dominico quiso cortar la disputa interviniendo. Debían respetarle sin duda porque con una señal de la mano cortó la palabra á ambos en el momento en que el fraile-artillero hablaba de experiencia y el escritor-fraile de hombres de ciencia.

»El melancólico y tristón Felipe, goza el privilegio de que me río de él para mi fuero interno cuando le tengo en mi presencia, y con la señora Braun cuando se ha marchado... A ése no tengo que respetarle... »Puede usted reñirme por esta tendencia a la burla que yo misma me echo en cara, sobre todo tratándose de uno de sus mejores amigos.

El párroco del lugar le había dicho en muchas ocasiones que Dios hablaba, á veces, por boca de los niños; y por si á Andrés le había inspirado el cielo su proyecto, se decidió á respetarle en cuanto le pareciese deber hacerlo así.

Si hubiese demostrado la ciencia que el mal es irremediable, que por el determinismo se explican los vicios y las virtudes, que la imaginación y la fe deben ya desecharse como facultades anacrónicas y que apenas nos queda esperanza ni en la tierra ni en el cielo, muy desconsolador y diabólico progreso hubiera realizado la ciencia; pero al fin progreso sería y tendríamos que respetarle, y tendríamos que bajar la cabeza y que resignarnos.

Hasta la paciencia con que D. Valentín la sufría era odiosa á Doña Blanca, cual si implicase bajeza, gana de no incomodarse por no molestarse, desdén ó menosprecio. En balde procuraba Doña Blanca formar mejor opinión de su marido, á fin de respetarle, como reflexivamente conocía que era su deber: Doña Blanca no lo lograba.

En efecto, hablad con los hombres que no carecen de noticias, quizas con los mismos que le han declarado mas cruda guerra; «lo que es talento, oiréis, nadie se lo niega; sabe mucho y no tiene malas intenciones; pero qué quiere V.?.... se ha metido en eso, y es preciso desbancarle; yo soy el primero en respetarle como á persona privada; y ojalá que nos hubiese escuchado á nosotros; nos hubiera servido mucho, y habria representado un papel brillante. «¿Veis á ese otro tan honrado, tan inteligente, tan activo y enérgico, que al decir de ciertos periódicos, él y solo él, puede apartar la patria del borde del abismo?

Palabra del Dia

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