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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Las mugeres de aquestos dos trabadas, Comienzan de sembrar tan gran zizaña, Que yendo ya las cosas mal guiadas, Se fragua en poco tiempo gran maraña. El Zurita tenia desganadas Las gentes, y
Este acontecimiento, unido á los desastres que la guerra hacia sentir á los pueblos, no dejó de influir en favor de la regencia, cuyas armas, guiadas por el general Monteverde, se presentaban favorecidas por la fortuna en todas partes y ocupaban la arruinada ciudad de Barquisimeto el 7 de Abril.
Habiendo ganado aquella noche á dos de los principales, no tardó mucho el pueblo en juntarse todo el día siguiente, y después de un largo razonamiento de los misterios de nuestra Santa Fe, y de las obligaciones para vivir cristianamente, hizo el santo varón levantar una cruz y junto á ella armar el altar portátil, con las imágenes de Cristo Nuestro Señor, de la Santísima Virgen y de San Miguel Arcángel; y arrodillados todos las adoraron profundamente, gritando en alta voz: «Jesucristo, Señor nuestro, vos sois nuestro Padre; María Santísima, Vos, señora, sois nuestra Madre» y no contentos con esto, repitieron lo mismo con gran fiesta y alegría y con danzas, guiadas más de la devoción que del arte.
Al hablar de la manzanilla, importa recordar que la mayoría de plantas usadas en la antigüedad han sido separadas poco á poco de nuestras materias médicas, hasta el punto de caer en el mas completo olvido, ó cuando mas, relegadas á las recetas populares y á las madres de familia que las emplean en tisana é infusiones, guiadas por los groseros datos del empirismo; viéndose la medicina privada de las propiedades de los simples que el Creador ha esparcido con profusion alrededor nuestro, con sus variadas y especiales virtudes.
Tan ultrajados hemos vivido los cubanos, que en mí es locura el deseo, y roca la determinación de ver guiadas las cosas de mi tierra de manera que se respete como a persona sagrada la persona de cada cubano, y se reconozca que en las cosas del país no hay más voluntad que la que exprese el país, ni ha de pensarse en más interés que en el suyo». Una noche de conmemoración gloriosa, en ese tiempo, al ir a ocupar Martí la tribuna, el auditorio pidió con marcadas muestras de hostilidad, que hablara otro antes que él, otro que era patriota.
Vamos a pasearle la calle a la novia le decían sus amigos cogiéndole del brazo . Y Borrén giraba tardes enteras delante de una manzana de casas, parafraseando las observaciones de algún amador novel que exclamaba: «Ya alzó el visillo... se asoma... no, es la hermana... ahora sí... cómo me mira... ¡hola!, tiene la mantilla puesta...» . Jamás mostró Borrén cansarse de su papel de reflector y perro faldero; y cuenta que las chicas, guiadas por infalible instinto, le trataban como se trata a los inofensivos y a los mandrias; aunque él se derretía, acaramelaba y amerengaba todo, jamás le tomaron en parte alguna por lo serio.
¡Pardiez, señor -dijo Sancho-, si no tenemos otra prueba de nuestra intención que la que vuestra merced dice, tan bacía es el yelmo de Malino como el jaez deste buen hombre albarda! -Haz lo que te mando -replicó don Quijote-, que no todas las cosas deste castillo han de ser guiadas por encantamento.
La mala suerte le perseguía. Nadie como él cuidaba el ganado y vigilaba la marcha. Muerto de sueño, jamás se atrevía, como los compañeros, á dormir en el carro, dejando que las bestias marchasen guiadas por su instinto.
Adaptándose a la tierna imaginación propia de la edad del niño, hízole considerar la ciencia como trabajo humano que pugna por acercarse a lo divino; el arte como emanación y resplandor de lo bueno; la historia como inmenso campo al través del cual marchan las razas guiadas por Dios a su destino; y la vida como valle de amarguras en que para las más acerbas lágrimas y los más intensos dolores hay consuelo cuando, poniendo el pensamiento en lo alto, quieren ser caritativo el poderoso, agradecido el miserable, sensible el fuerte, humilde el débil, y todos esperanzados en la justicia del Señor.
Se abrió ancho camino en la muchedumbre para dejar paso hasta el espacio descubierto á un carruajito de dos ruedas, en figura de concha, tirado por tres esclavos melancólicos que llevaban por toda vestidura un trapo en torno á sus vientres. Estas bestias humanas iban guiadas por una mujer, seca de cuerpo, con nariz aquilina, ojos imperiosos y un látigo en la diestra.
Palabra del Dia
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