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El baño tibio, y en general el agua templada, en tisana, lavativas y fomentos, calma el eretismo, relaja la fibra y dispone al organismo á recibir la accion de un medicamento destinado á combatir una congestion, á regularizar los movimientos vitales.

«Á las Indias van los hombres, á las Indias por ganar: las Indias aquí las tienen si quisieran trabajarMadre, este carraclán está mal hecho. ¡Jesús, qué condenao de chiquillo!... ¡Si le está, que ni pintao! ¡Tisana, que me aprieta por todas partes, y los faldones se me suben al pescuezo cada vez que me voy á quitar el sombrero! Di que eres un mocoso presumido, y no me rompas la cabeza.

Al hablar de la manzanilla, importa recordar que la mayoría de plantas usadas en la antigüedad han sido separadas poco á poco de nuestras materias médicas, hasta el punto de caer en el mas completo olvido, ó cuando mas, relegadas á las recetas populares y á las madres de familia que las emplean en tisana é infusiones, guiadas por los groseros datos del empirismo; viéndose la medicina privada de las propiedades de los simples que el Creador ha esparcido con profusion alrededor nuestro, con sus variadas y especiales virtudes.

Esto ... ¿qué dirán que es esto?... ¡Tisana!, que no lo aciertan.... Pues esto es ... ¡media onza!... ¡Media onza!... ¡Media onza! ¡Media onza, ! recalcaba este último girando en todas direcciones; ¡media onza más maja que el sol!... Aquí está; don Damián me la dió para solo.... ¡Viva don Damián!

El padre de Magdalena las examinó con rápida mirada, y quedó convencido que el efecto que de ellas esperaba no sería otro que el de una tisana ordinaria; pero, como al fin y al cabo no podían perjudicar a la enferma, dejó que el pastor las preparase y él fue a reunirse con el cura.

La engañaba bebiendo aún más y el pobre hombre estaba en un círculo vicioso del cual no podía salir sino por la muerte. La duquesa se asustaba alguna vez de su ardoroso aliento y no se atrevía a manifestarle sus terrores, pero colocaba discretamente sobre su mesita de noche alguna tisana refrescante y perfumada que él no tomaba.

Diga usté que no sabe coser por lo fino..., ni esta tarascona de mi hermana.... ¿Lo ve?... Lo mismo coge la aguja que las trentes. ¡Tisana, qué camisa me está cosiendo!... ¡Á ver si das más cortas esas puntadas!... ¡El demonio del renacuajo!... ¿Cuándo soñaste en gastar levita? ¡Después que me llevo mes y medio sin pegar el ojo por servirle á él!... Madre, yo no coso más.

En las manos consiste toa la cencia.... Si me hubiera hecho la ropa un sastre de Santander, como yo quería.... Lo mismo que el chaleco ... y los calzones: por un lado me sobra media fanega, y por otro no me puedo revolver adentro.... ¡Y estos zapatos!... Yo no en qué consiste que cuanto más tocino les doy, más peor se ponen. ¡Qué zapatos los de don Damián, tisana!

Gregoria se dirigió a su hermana, increpándola; Pablo Aquiles, que servía una taza de tisana a la enferma y no había querido hasta entonces tomar parte en la disputa, se vió precisado a intervenir, porque la cosa tomaba mal aspecto. Los improperios se cruzaban de parte a parte, y entre las voces enardecidas, oíase la de Casilda, que chillaba: ¡, señor, lo dicho, dicho!

Mientras la madre pronunciaba las palabras que dejamos escritas, hecho el examen de la levita de su hijo, éste se sentó en el poyo del portal, entre las dos puertas; y limpiándose luego con el pañuelo del bolsillo el polvo de sus zapatos, replicó vivamente: Eso lo dice usted aquí porque no hay comparanza; pero si me viera al lado de don Damián como yo acabo de verme.... ¡Tisana, qué levita!...; ¡aquéllas que son costuras!... Ni siquiera se conocen.... ¡Y qué corte!