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Pero aunque Velázquez se esforzase en ocultarlo y Soledad nada hiciese para ponerlo de manifiesto, el cambio operado en sus relaciones no era ya un secreto para nadie. Los amigos murmuraban, se hacían guiños cuando observaban algún signo de sumisión, se comunicaban sonriendo los descubrimientos que iban haciendo.

El único que le pudo dar la libertad fué el P. Camorra, y el P. Camorra se había mostrado mal satisfecho con palabras de gratitud y con su franqueza ordinaria había pedido sacrificios... Desde entonces Julî evitaba encontrarse con él, pero el cura le hacía besar la mano, la cogía de la nariz, de las mejillas, le daba bromas con guiños y riendo, riendo la pellizcaba.

¡Ah! ¿Para hablar de ?... Pues mira, de aquí en adelante no hables de . Basta con que me quieras. Los criados, que por allí andaban, los miraban con el rabillo del ojo y se hacían guiños maliciosos. Al salir tropezaron con Pepa Frías. La frescachona viuda estaba muy bien ataviada: había oído infinitos requiebros.

Usted me permitirá que le diga una cosa, amigo Aldama... ¿Verdad que me lo permitirá...? Pues bien, su novia es muy guapa, es guapísima..., yo no he encontrado nunca otra más guapa. ¿He dicho algo? ¿Eh, eh? ¿He dicho algo...? El marquesito con la faz congestionada y los ojos un poco extraviados hacía guiños maliciosos y metía su cara por la de Tristán.

, señor; suelo tener deseos de orinar, sobre todo cuando estoy demasiado tiempo sentado a la mesa respondió con extremada amabilidad Oliveros. ¿Y no ha observado usted si en la orina suelen quedar algunos sedimentos? Muchos sedimentos. Yo orino casi siempre barroso. Moreno dirigió a su amigo una sonrisa triunfal, hizo algunos guiños expresivos y por último le dijo al oído: Fosfato úrico.

No obstante, el viento, cuyo ímpetu iba siempre en aumento, logró desgarrarlo, al fin, por algunos sitios, formando gratos agujeros, en el fondo de los cuales se percibía el suave fulgurar de alguna estrella. Las grandes nubes negras venían a taparlos; pero el manto se desgarraba por otros parajes a toda prisa y las diminutas estrellas tornaban a hacer guiños amables a la tierra.

Belarmino se hundió en una especie de marasmo o abstracción. El Aligator, triunfante, hacía guiños y visajes, preguntando por señas a los otros qué les había parecido la experiencia. De los demás, la mayor parte se retorcían, ahogando la risa; algunos enarcaban las cejas y fruncían el labio, remisos en aceptar el valor probatorio de la anterior experiencia.

Miró al cielo. ¡Cómo brillaba la luna allá en lo alto, serena, majestuosa! ¡Qué guiños maliciosos le hacían las estrellitas azuladas! ¡Faunos, ninfas y amores que la vísteis desde la pomarada de D. Félix, venid ahora! ¡Venid á contemplar el rostro de Flora encendido en pura grana! Allá se oía el ruido de los zapatos claveteados de Jacinto que se alejaba.

El capitan había contraido esta pequeña costumbre como para decir á sus palabras que salgan: ¡despacio, muy despacio! ¡Media máquina, vaya, media máquina! protesta desdeñosamente doña Victorina; ¿por qué no entera? Porque navegaríamos sobre esos arrozales, señora, contesta imperturbable el capitan sacando los labios para señalar las sementeras y haciendo dos guiños acompasados.

Mas, ¡ay!, en vano su ilusión le forjaba planes seductores.... Aquellas mujeres, cuyas miradas devoraban á los transeuntes, con cuyos movimientos, con cuya voz, en ocasiones, intentaban seducirlos, sólo para don Silvestre eran ariscas y desaboridas; para todos había sonrisas, guiños y hasta flores; para el infeliz mayorazgo escupitinas, desaires y malas razones.