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Aquí no pudieron contener los mozalbetes su entusiasmo, y fue tal la algazara y el jaleo de pies y manos, que los transeúntes se detenían en la calle sorprendidos por el estentóreo ruido. Vaya, señores, que no leo más dijo Gallardo guardando sus papeles con orgullo . Esto va a perder la novedad cuando se publique. Bartolo, echa el <i>Obispo</i>. Bartolo, léenos el <i>Papa</i>.

Yo no quiero ni puedo presentarme ante ti como una santa: el mundo te habrá enterado perfectamente de que no lo soy. Hice muchas locuras en la vida... escandalicé con ellas a la sociedad... Pero créeme, Miguel, yo he rodado al abismo, porque me han empujado... he rodado, guardando en el fondo de mi alma alguna perla que aún no ha tocado nadie.

Su vida fué un invierno, sañudo, interminable: Envuelto por el hielo, luchando brazo á brazo, Y el fuego de la patria guardando en su regazo Para encender la antorcha de gloria y libertad. Por eso para libro de sus heróicos hechos Los Andes han abierto su inmensurable seno, Como para la tumba del inmortal Moreno Bastar pudo tan solo la inmensidad del mar.

Pero allí estaba Batiste como centinela de su cosecha, desesperado héroe de la lucha por la vida, guardando á los suyos, que se agitaban sobre el campo extendiendo el riego, dispuesto á soltarle un escopetazo al primero que intentase echar la barrera restableciendo el curso legal del agua.

¡Gracias, caballero! me dijo, devolviéndome la onza. Me basta con lo que gano. Y se puso de nuevo a revolver y a buscar, guardando un profundo silencio, y visiblemente contrariada. ¿Por qué no has tomado ese dinero? la dije. La muchacha no contestó.

No es esto decir que yo desease o temiese un conflicto con él. En interés del Rey convenía seguir guardando el secreto, y mientras éste no se descubriese tenía yo las mejores cartas en mi juego. Toda dilación había de redundar forzosamente en perjuicio del Duque.

Y, sin embargo, apesar de las sumas cuantiosas que en ella gastó, al saldar la cuenta del clavero ¡se empeñaba en que descontase del peso el papel y las cuerdas en que venían envueltas las puntas de París! Cuidadosamente había ido guardando en un rincón tales despojos con ese objeto. Así que terminó la casa, ocupó el piso principal y alquiló los otros dos.

Ni un soplo de brisa, ni nada que desdijese de la apacibilidad profunda y soñolienta del ambiente. Caído el pañuelo y recibiendo a plomo el sol en la mollera, miraba Amparo con gran interés el espectáculo que el paseo presentaba. Señoras y caballeros giraban en el corto trecho de las Filas, a paso lento y acompasado, guardando escrupulosamente la derecha.

Descubriéronse las siete «acequias», quedando con las manos sobre las rodillas y la vista en el suelo, y el más viejo pronunció la frase de costumbre: S'òbri el tribunal . Se abre el tribunal. Silencio absoluto. Toda la muchedumbre, guardando un recogimiento religioso, estaba allí, en plena plaza, como en un templo.

Los negros encapuchados, silenciosos y lúgubres, sin otra vida que el brillo de los ojos al través de la sombría máscara, avanzaban de dos en dos con lento paso, guardando un ancho espacio entre pareja y pareja, empuñando el hachón de lívida llama y arrastrando por el suelo la larga cola de sus túnicas.