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Actualizado: 24 de junio de 2025
Después, solo el anteojo percibe cual blanca gaviota posada sobre un copo de espuma, el torreón del faro: más tarde, la espuma se funde en el Océano, la gaviota desaparece en los mundos de la luz, la bruma se disuelve en los cielos, y al borrarse en la retina la última línea de la ciudad murada, se abre un nuevo registro en los misterios de los recuerdos.
Comen, duermen.... ¡Si me parecen gentes a quienes trato todos los días! Yo no entiendo de esas cosas.... pero los libros de Fernán me gustan porque pintan la vida tal y como es. ¿Ha leído usted «La Gaviota?» «¿Elia?» «¿Lágrimas?» ¿Y de Cervantes, qué me dice usted, Angelina? ¡Eso es aparte! «¿El Quijote?» Es algo que parece novela y acaso no lo es.... Pues entonces.... No acierto a explicarme.
Me faltaba aire, me ahogaba en mi habitación estrecha, sin horizonte, sin alegría, sin más vistas que la alta barrera de muros grises, almenados, bajo los cuales apenas se veía volar, por rara casualidad, alguna gaviota.
Stein quedó sumamente sorprendido de esta brusca salida, y aún más, de la decisión e impasibilidad con que se hacía. Luego, se sonrió y la dijo: ¿Te casarías, pues, conmigo, bella hija de la naturaleza? ¿Por qué no? respondió la Gaviota.
Esas no son gracias, María; son chanzas pesadas, que sabes que no me gustan dijo incomodada la buena anciana . Dime a mí lo que quieras; pero a fray Gabriel déjale en paz, que es el único bien que le ha quedado. Vamos, no se enfade usted, tía María repuso la Gaviota ; consuélese usted con pensar, que nada tiene de vidrio fray Gabriel, sino sus espejuelos.
Y entre aquel negror los ojos del presbítero percibían el fulgor de las olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle estaba desierto: aún no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas. Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su inacción. Una gaviota volaba en círculos concéntricos rozando con sus alas la superficie del agua.
Allí se presenta una mujer más ajicarada, con más terciopelos, bordaduras de oro y más dijes que la Virgen del Rosario. Esta es la reina doña Isabel II dije yo para mí . Pues no, señor, no era la reina. ¿Saben ustedes quién era? ¡Ni más ni menos que la Gaviota, la malvada Gaviota, que andaba aquí descalza de pies y piernas!
Y describía, con la gravedad que tiene para el campesino la vida y el cruce de los animales, la ansiedad de los payeses cuando iban a los Cubells, agrupándose curiosos en torno del jaulón donde estaban bajo la vigilancia del fraile el gallo y la gaviota. Años duró el trabajo de aquel buen señor, y ¡ni una cría!... Contra lo imposible nada pueden los hombres.
Sí respondió , y de camino, a ver a la hija del tío Pedro Santaló, que está mala. ¿Quién? ¿La Gaviota? preguntó Momo . No lo crea usted. Si la he visto ayer encaramada en una peña y chillando como las otras gaviotas. ¡Gaviota! exclamó Stein. Es un mal nombre dijo el comandante que Momo le ha puesto a esa pobre muchacha.
Oye, Ratón Pérez le dijo , ya puedes comer cebolla hasta hartarte, que a don Federico le ha tentado el diablo y se casa con la Gaviota. ¿De veras? exclamó consternado el barbero. ¿Te asombras? Más me asombré yo; ¡sobre que hay gustos que merecen palos! ¡Mire usted, prendarse de esa descastada, que parece una culebra en pie, echando centellas por los ojos y veneno por la boca!
Palabra del Dia
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