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Actualizado: 18 de junio de 2025
Leonor, para salvarse en tal apuro, imagina fingir que se casa con el rústico Bras, que la pretende largo tiempo hace. D. Pedro se enfurece sobremanera al saberlo, é intenta impedir este enlace y apoderarse de Leonor.
Esta dificultad le abatió por unos instantes. Ambos se ocuparon en arbitrar algún medio para eludirla. El conde quería dejarlos en fideicomiso a alguna persona de confianza. Pero esto ofrecía también sus inconvenientes. Mejor sería ir colocando dinero a su nombre en algún banco, y al llegar a la mayor edad, fingir una herencia, inventar algún padre llovido del cielo...
¿Todavía enfadado? me preguntó, y su voz, su mirada, su hermosa mirada, pues no se puede negar que tiene unos ojos admirables, todo, en su joven fisonomía y en su actitud, parecía implorar. Yo no pude fingir un descontento que tenía ya olvidado, y respondí: Nada de eso... ¿Cómo guardar rencor a una niña como usted?
Encogió Sancho los hombros, obedeció y sentóse, y todas las doncellas y dueñas de la duquesa la rodearon, atentas, con grandísimo silencio, a escuchar lo que diría; pero la duquesa fue la que habló primero, diciendo: -Ahora que estamos solos, y que aquí no nos oye nadie, querría yo que el señor gobernador me asolviese ciertas dudas que tengo, nacidas de la historia que del gran don Quijote anda ya impresa; una de las cuales dudas es que, pues el buen Sancho nunca vio a Dulcinea, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, ni le llevó la carta del señor don Quijote, porque se quedó en el libro de memoria en Sierra Morena, cómo se atrevió a fingir la respuesta, y aquello de que la halló ahechando trigo, siendo todo burla y mentira, y tan en daño de la buena opinión de la sin par Dulcinea, y todas que no vienen bien con la calidad y fidelidad de los buenos escuderos.
Quedó, pues, convencido que aprendería un oficio; pero hasta en aquella ocasión excepcional descollaron sobre el enojo de Isidora sus pruritos aristocráticos, porque no consintió que su hermano fuera zapatero, ni albañil, ni cerrajero, ni sastre, ni menos peluquero; y discurriendo sobre a cuál industria le dedicaría, vino en determinar que sería grabador, es decir, fabricante de esas preciosas estampas que adornan las publicaciones ilustradas y de las magníficas reproducciones de los Museos... Para que la industria pueda hacerse pasar por noble, necesita fingir parentescos con el arte.
Hay que tener una predisposición especial, cierto talento para fingir lo que no se siente... Yo he intentado venderme, y no puedo, no sirvo. Amargo la vida de los hombres cuando no me interesan; soy su adversario, los odio, y huyen de mí. Pero el marino prolongaba su sonrisa atrozmente burlona. ¡Mentira! dijo otra vez . ¡Todo mentira! No te esfuerces... No me convencerás.
«Como los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no habia nada parecido á lo que ellos nos hacen imaginar; como hay hombres que se engañan raciocinando aun sobre las materias mas sencillas de geometría y hacen paralogismos, juzgando yo que estaba tan sujeto á errar como ellos, deseché como falsas todas las razones que antes habia tomado por demostraciones; y considerando en fin que aun los mismos pensamientos que tenemos durante la vigilia, pueden venirnos en el sueño sin que entonces ninguno de ellos sea verdadero, me resolví á fingir que todas las cosas que habian entrado en mi espíritu no encerraban mas verdad que las ilusiones de los sueños.
Era una fatalidad implacable que pesaba sobre ella desde que había pisado a Orsdael; tenía que disimular, fingir, mentir siempre, lo mismo a su hija que a sus indignos verdugos. Permaneció un momento inmóvil, absorta en sus sombríos pensamientos. Luego, de golpe, irguió la cabeza.
II, cap. VIII, y Lib. III, cap. Esto es lo que me propongo hacer en los capítulos siguientes. Segun esto parece que la extension en sí misma, y como distinta de las cosas extensas, no es nada; fingir la extension como un ser cuya naturaleza propia se puede investigar, es entregarse á un juego de imaginacion.
Voy a penetrar, no ya como mero historiador, sino como novelista, así en los más apartados rincones de la casa de Rafaela, como en el centro más recóndito de su alma; pero por ningún estilo quiero fingir nada, y sólo penetraré en las profundidades donde el novelista penetra, cuando lo que yo muestre en dichas profundidades sea tan lógica consecuencia de la verdad históricamente demostrada que no pueda menos de ser también la verdad.
Palabra del Dia
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