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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Tienes un rival que se interpone entre tú y yo, y quiere y manda que yo no te cumpla lo ofrecido. Pretende guardarme para sí; que a ti te desdeñe y que sea yo para él solo. De subidísimo precio son las joyas y dones con que él me brinda y trata de ganarme la voluntad. Con un beso suyo se jacta de infiltrar en mis venas llama sutil que las purifique. Su abrazo será para mí como crisol candente en que mi ser se funda, y en que el metal de que está forjado deseche las escorias y salga limpio como el oro. Así seré digna de él, y él me hará suya para siempre. El entregarme a él con rendido y confiado abandono será la efusión de todo mi ser en lo infinito.
No faltan mujeres que burlen a sus madres y a sus maridos; pero estamos ciertos de que, de cada ciento, apenas habrá una que no deseche el recurso del narcótico.
Por la vida que a usted debe, por el tierno amor que le profeso, por el interés que me tomo en su dicha y en el bienestar de su reino, deseche vanos temores y arrostre los peligros que nosotros desafiamos. ¿Qué importa su nacimiento? ¿Qué importa su estado? Desprecie, en obsequio nuestro, las exclamaciones e insultos de la Corte, y sea nuestro ministro, como es nuestro amigo.
Es preciso que usted piense de otro modo y deseche esas ideas.... Pero digo que me olvidé de rezar ... por.... ¿Qué ha olvidado usted? le dijo Clara. Me olvidé de rezar dos Padre nuestros por el sobrino de nuestro buen amigo don Elías. Jesús; ¿Qué le ha pasado? ¿Qué es de él? exclamó vivamente Clara sin poderse contener. No se asuste, hermana, que no ha muerto contestó fríamente la devota.
Gracias. ¿Y usted? Mal ó bien; gracias. Aconsejo fervorosamente á la juventud, que deseche esa profanacion de la sociedad y de la conciencia, y que se atenga á la palabra candorosa, sencilla, franca, honrada y leal de nuestros padres.
El reloj y el dinero son mi propiedad, no tienen libre albedrío; no se van con el ladrón y me dejan porque le prefieren, mientras Beatriz se iba con otro y me dejaba porque le prefería. El hacía bien en llevársela. ¿Por qué había yo de asesinarle por esto? ¿Qué me debe él a mí para respetar mi felicidad y desatender la suya? »Deseché, pues, de mi alma el pensamiento de asesinar a mi rival.
Con ella vi los hechos; con ella descubrí lo que mi familia me ocultaba; con ella reconstruí mi ser, que había pasado por tantos cataclismos; con ella me penetré bien de nuestro divorcio y deseché dos y hasta tres veces la idea de homicidio; con ella pude llegar a considerarte mujer extraña, madre de hijos que yo no podía tener, y con ella me he revestido de serenidad y conformidad. ¿No te admiras de verme como me ves?
Quise primero ir a buscar a mis padres, decirles lo que había hecho, que estaba desde hacía mucho tiempo al corriente de la situación, y finalmente exigir de ellos que me diesen en el consejo de familia el lugar al cual tenía derecho, a pesar de mi juventud. Pero deseché en seguida esta idea.
No entraré en su descripción sin que el lector ilustrado deseche de su mente toda suerte de ideas que acerca de los chinos pueda haber adquirido en obras y representaciones tendenciosas.
Y más, que no quiero yo que por mí pierdan las gitanas el nombre que por luengos siglos tienen adquerido de codiciosas y aprovechadas. ¿Cien escudos quieres tú que deseche, Preciosa, y de oro en oro, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya que no valga dos reales, y tenerlos allí como quien tiene un juro sobre las yerbas de Extremadura?
Palabra del Dia
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