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Esta falta de respeto le sugirió la feliz idea de hacer bajar del cielo la Sura ó capítulo LXII de su Koran, titulada el viernes, y cuya aleya undécima dice así: «Cuando el interés los estimula, corren los hombres al punto adonde su voz suena, y abandonan al ministro del Señor. Diles pues: los tesoros con que Dios os brinda son mas preciosos que todo bien perecedero.

El rector, que era escrupuloso, no se atrevió a decir que entendía por miedo de soltar una mentirilla, y Villamelón prosiguió con el aire de un monarca que se brinda a ser padrino de un pordiosero: Pues nada, padre rector, comulgaremos los dos con el niño, y yo, no crea usted, vendré de uniforme.

Los ejemplos aducidos mas arriba manifiestan bastante la verdad cuya exposicion me ocupa; no obstante creo que no será inútil aclararla con algunos otros. Tenemos un amigo cuyas bellas cualidades nos encantan, cuyo mérito nos apresuramos á encomiar siempre que la ocasion se nos brinda, y de cuyo afecto hácia nosotros no podemos dudar.

El tío Juan, para quien es la primera taza, levantándola en alto, brinda: Por la salud de los presentes, que se disfrute muchos años la pareja, y que en el cielo nos veamos. Amén contesta á coro la reunión. La taza sigue pasando luego de mano en mano y de boca en boca, hasta que se agotan las dos azumbres de rioja.

Mi inteligencia, abstrayéndose de todo, desdeñando los deleites ilusorios con que nos brinda el Universo, en la contemplación de propia, en el éxtasis, irá poco a poco alcanzando la suprema sabiduría, elevándose por cima de los dioses y de los asuras, adquiriendo un poder mágico que rompa la ley fatal del encadenamiento de las causas; y, por último, llegada al colmo de su brío, realizada toda la virtud de su esencia, se extinguirá para siempre, como se extingue la llama cuando da al mundo toda la luz y todo el calor que están en ella latentes.

Porque haces olvidar, con tus engaños, que el amor sólo brinda desengaños, y fingiendo el amor, el amor creas; por hacemos creer, con tus pudores, en la sinceridad de tus amores, ¡por hacernos creer, bendita seas! Cuando estoy solo, sueño en la blancura de tu piel y en el negro de tu pelo, y enardecido de pasión, me encelo por la sensualidad de tu cintura. Entre las sombras del pesar me pierdo.

Es negro el corcel mío como nube de otoño; blanca estrella como la aurora brilla sobre su frente; da al viento su crin hermosa, como garzotas ondantes, y sus pies cuatralbos vibran centellas de fuego. Vuela, vuela, bridón mío, el de la estrella blanca; selvas, montañas, abrid paso, dadme lugar. En vano la verde palma se me brinda con sus dátiles y sombra; yo desprecio su hospedaje.

En cambio, los demás se agasajaban entre ellos, y aquella hostilidad común hacia él, aquella tácita conspiración, parecía estrecharles mayormente. ¿Por qué? ¿Por qué? se preguntaba sin cesar con varonil mansedumbre y sin querer pensar en la venganza, ¿por qué no me ha sido dado lograr esa cordialidad que se le brinda a cada paso a un imbécil y a veces a un malvado, a un felón?

Cuánto yerra al decir eso el señor don Andrés dijo Juanita casi cariñosamente . ¿Por qué ha de tenerse por burlado un hombre de noble corazón, si en vez de lograr los fáciles favores y de gozar de las compradas caricias de una mujer sin vergüenza, se halla con una mujer digna y honrada que anhela merecer y obtener su estimación, que le brinda con su más fervorosa amistad y que le tiende confiadamente las manos?

El moro fué siempre un hombre terrible en la guerra, y lo mismo en Mindanao como en Joló; el número de su fuerzas no es conocido, porque allí donde hay un moro hay un guerrero; siempre armado con lanza, cris ó campilan, armas que nunca abandona, que son compañeras inseparables suyas, y que maneja con una rara habilidad; acostumbrado, como el indio, al clima en que vive y á las fatigas de su azarosa vida poco necesita para cubrir sus atenciones; bástale un puñado de arroz, las frutas que el bosque le brinda, la pesca que abunda en sus playas y el agua de sus pantanos.