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Actualizado: 16 de junio de 2025
Esta falta de respeto le sugirió la feliz idea de hacer bajar del cielo la Sura ó capítulo LXII de su Koran, titulada el viernes, y cuya aleya undécima dice así: «Cuando el interés los estimula, corren los hombres al punto adonde su voz suena, y abandonan al ministro del Señor. Diles pues: los tesoros con que Dios os brinda son mas preciosos que todo bien perecedero.
No quiere Dios angustiaros, sino haceros puros y derramar sobre vosotros sus gracias para que seais agradecidos.» Así se espresa el Profeta en la Sura quinta de su Koran, y sobre estas palabras arman los musulmanes toda la artificiosa y ridícula máquina de su purificacion y abluciones.
Solo de vez en cuando entre la multitud de sus gestos corporales van mezcladas las esclamaciones: ¡Solo Dios es grande! ¡A Dios las alabanzas! ¡No hay mas Dios que Dios! y otras por este estilo, con algunos versículos del Koran, especialmente los siete de la primera Sura, que es mas bien un himno que una deprecacion, á la manera de muchos Salmos de David.
Mire que ya va para viejo; mire que el mejor día se pone delante la de la cara pelada, y a ésta sí que no le da usted el timo. ¿Pero de dónde sacas tú, estampa de la sura replicó Torquemada con ira, agarrándola por el pescuezo y sacudiéndola, de dónde sacás tú que yo soy malo, ni lo he sido nunca? Déjeme, suélteme, no me menée, que no soy ninguna pandereta.
Del abad Sanson, que en el tiempo á que nos referimos tenia 42 años, consta, que se valian de él los reyes de Córdoba para traducir del arábigo al latin las cartas que dirigian al rey de Francia. «Concluida la oracion, id libremente. Proporcionaos los bienes que el cielo ha dispensado á los humanos.» Sura LXII. El viernes, vers. 10. Florez, loc. cit.
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