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Y a pesar de esto, su madre le quería entrañablemente, y Benina le adoraba, porque no había otro con más arte y más refinado histrionismo para fingir el arrepentimiento.

Y al presentarse en la casa azul tenía que fingir que llegaba por un acto libre de su voluntad, sin miedo alguno. Así, sin que lo supiera su madre, siguió viendo a aquella mujer hasta la víspera de su salida para Madrid. Al llegar Rafael a este punto de sus recuerdos, preguntábase qué esperanza le movía a desobedecer a su madre, arrostrando su temible indignación.

Supuesto que esa conciencia, en su indivisible unidad, comprende toda la variedad de los fenómenos internos, no alcanzo por qué la actividad intelectual del alma no podria referirse á todo cuanto ella encierra de activo ó de receptivo; sin que sea necesario fingir especies que sirvan como de correos para comunicar á unas facultades lo que está sucediendo en las otras.

Ya nadie pensaba en esto. Allí estaba el lecho, pero no quedaba de la pobre niña ni una prenda, ni un recuerdo. Mesía y Paco entraron con las señoras ¿por qué no? Se conocían demasiado para fingir escrúpulos. Además, «no se les había de ver nada» como dijo Obdulia. Paco y la viuda se lavaron juntos las manos en una misma jofaina; los dedos se enroscaban en los dedos dentro del agua.

Lo que nadie sabía era que iba por fuerza, contra su voluntad, por falta de valor para rebelarse contra aquella exhibición brutal y dolorosa; lo que nadie podía sospechar era su vergüenza íntima, su mortificación al fingir pudores e ignorancias, cuyas mentiras la envilecían a sus propios ojos, abrasándole con un fuego sucio la conciencia.

Eso no está bien, señor dijo Marta con un tono de triste reproche . Yo trato de obtener la consoladora convicción de que he sido engañada, a lo menos respecto a la parte que habéis tomado en ella; pero si os parece que debéis fingir conmigo, me es imposible protegeros y tengo que abandonaros a la muerte atroz que os amenaza.

A ella le era muy difícil representar y fingir, por lo que su tormento se crecía considerablemente. «No podré, no podré pensaba al dormirse hacer esta comedia mucho tiempo». A la madrugada despertó después de un profundísimo y reparador sueño, y entonces le dio por llorar, haciendo cálculos, representándose con gran poder de la mente escenas probables, y condoliéndose de no poder ver a su amante a todas horas.

Si en este caso, Aurelio, nos bastase Mostrar á estos voluntad trocada, Sin que el daño adelante mas pasase, Tendrialo por cosa yo acertada, Porque deste fingir se grangearia El no estorbarnos nuestra vista amada: Decir á Zara que por causa mia No te muestras tan aspero, y al moro Decir que mucho puede tu porfia, Y guardando los dos este decoro Con discrecion, podremos facilmente Aplacar con el vernos nuestro lloro.

Era el ansia de luz y de aire libre que se experimenta después de un encierro dulce; la necesidad insolente de mostrar la propia dicha en público, cuando empiezan á resultar pesadas las horas felices, por su monótona repetición; el deseo de prolongar á la vista de todos la intimidad secreta, con el incentivo de tener que fingir, ocultando los verdaderos sentimientos.

Señor Nones, usted es un hombre honrado. Augusto lo ha dicho. Usted no es capaz de fingir, ni de mentir, ni de engañar. Júreme usted por Dios, por su madre, por sus hijos, que no cree en mi derecho; jureme usted que lo que dice es verdad, y entonces quizás pueda yo empezar a acostumbrarme a esta idea... ¡Jurar! Eso es anticuado.