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Actualizado: 18 de junio de 2025


No hablar del asunto. ¿Preguntan por qué se fué el meritorio? Pues no hay más que hacer un gesto intencionado, fingir una sonrisa despreciativa, discretamente maliciosa, que lo diga todo. ¡Mentira y calumnia! La madre y las hermanas del pobre meritorio trabajaban para vestir al muchacho. ¡Cómo había de ir al establecimiento hecho un pordiosero!

Estoy desesperada. Tan desesperada estoy, que me inclino a creer que no he tenido que fingir la enfermedad, sino que en realidad estoy enferma. El doctor lo ha creído y ha dejado una receta muy larga, que doña Rita ha leído y debe cumplir. Serán simplezas del doctor... ¡Ay, Dios mío! ¿Qué burla pesada es esta? ¿Con que no me contesta Narcisito?

Me quiere, Luis, me quiere interrumpió el millonario apresuradamente. ¿Por qué había de fingir? Si hubiera sabido quién era yo cuando la conocí, aún podría dudar. Pero en nuestros primeros tiempos de amor me creía un hombre de corta fortuna. Tardó mucho á saber que era yo Sánchez Morueta.

Yo, comprendiendo el partido que podía sacar de mis enfermedades, solía fingir un dolor en el pecho o en el estómago para esquivar los castigos. Me libré muchas veces de los golpes; pero perdí mi reputación de hombre fuerte. «Este chico no vale nada», decian de ; y hasta hoy creen lo mismo.

Candido le dixo á Paquita: Pues si parecias tan alegre y tan contenta quando te encontré; si cantabas y halagabas al diaguino con tanta naturalidad, que te tuve por tan feliz como dices que eres desdichada. Ha, señor, respondió Paquita, esa es otra de las lacras de nuestro oficio. Ayer me robó y me aporreó un oficial, y hoy tengo que fingir que estoy alegre para agradar á un frayle.

Durante varias noches observó Cristeta que su amante volvía a estar caviloso, y que sus impulsos amorosos sufrían intervalos en los cuales se quedaba ensimismado y triste. La verdad era que al pobre conquistador le costaba esfuerzo y pena fingir preocupación y mal humor: lo de tener que ponerse melancólico entre dos caricias, le iba pareciendo intolerable.

Yo apruebo su elección, pues opino que no es posible hallar un hombre a la vez más inteligente, noble y rico que el vizconde de Mengis. Escuchaba estas palabras con asombro Antoñita, pero no sabia con qué razones interrumpirlas ni impugnarlas; sólo cuando Amaury hubo concluido pudo exclamar: ¡Casarme con el vizconde!... ¿Y por qué no? ¿A qué fingir así? dijo Amaury.

10 Lo que le toca al valor y Príncipe de Orange, del Dr. Mira de Mescua. 11 Amor de razón vencido, de un ingenio de esta corte. 12 El azote de su patria, de D. Agustín Moreto. 1 El defensor de su agravio, de D. Agustín Moreto. 2 La conquista de Orán, de Luis Vélez de Guevara. 3 No hay amar como fingir, del maestro León. 4 En Madrid y en una casa, de D. Francisco de Rojas.

¡Eso no es posible, no sucederá!... Ella movió la cabeza. ¡No digas que no! insistí. ¡No digas que no!... Ya que no me amas, que me odias, que me execras; pero no me digas, que amas a otro, porque... porque... Le amo dijo. Entonces la supliqué, hasta lloré. Ella repitió: Le amo. No se debe mentir. Yo no fingir. Le amo; y porque este amor me está vedado, muero.

He venido porque he querido, y por el deseo de verte y de saber por mismo que me has olvidado. Por Dios me contestó disimulando su emoción . Repara dónde estás. La condesa no cesa de observarme. Aquí es preciso fingir a todas horas, y disimular los pensamientos. ¿Por qué no has venido antes? Pero di: ¿mi prima no te ha dado ningún recado?

Palabra del Dia

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