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Actualizado: 1 de junio de 2025


Quitóle el cura los corales del cuello, y mirólos y remirólos, y, certificándose que eran finos, tornó a admirarse de nuevo, y dijo: -Por el hábito que tengo, que no qué me diga ni qué me piense de estas cartas y destos presentes: por una parte, veo y toco la fineza de estos corales, y por otra, leo que una duquesa envía a pedir dos docenas de bellotas.

Sólo son mitológicos los nombres, y su ingeniosa fábula, original de Calderón. Consiste en una disputa entre Venus y Diana acerca de cuál es más fuerte, el odio ó el amor: pruébanlo en un mortal, y la balanza tarda largo tiempo en inclinarse; pero al fin vence el amor. Fineza contra fineza.

Aceptada esta fineza, Maxi se personó en casa de Quevedo desde las nueve, hora en que la señora aquella se hallaba en la plenitud de sus funciones, limpiando jaulas, revisando nidos, examinando huevos, y sosteniendo con este y el otro volátil pláticas muy cariñosas. Su obesidad no le impedía ser ágil y diligentísima en aquella faena.

Don Adrián sintió la fineza de su amigo, como una lluvia serena en el estío las plantas mustias. Apareció pronto don Alejandro con todos los pertrechos necesarios para ponerse en marcha, y el boticario le dijo: No he intentado siquiera saludar, eso es, ofrecer mis respetos a la señorita Nieves, porque verdaderamente es mejor que ignore, eso es, que yo he hablado con usted.

Pero no pudo, donde se puede echar de ver la fineza de su temple.

Otra flor, otra flor de más belleza prenda acaso tu fineza con su amor: ¡Ay, mi Dios, qué cruel tristeza! Mientras yo, mientras yo, apartada y sola, canto y lloro con mi viola: "No irás, no, del pecho de tu española."

Dos capones de Bayona y una docena de botellas de vino de mi propia cosecha le regalé el 4 de Octubre, día de su santo, y aún no me pareció esta fineza proporcionada al servicio que me había hecho. Prosigo ahora con Doña Cándida. ¡Oh, qué mujer!, ¡qué jarabe de pico el suyo! Era frecuente oírle esta frase: «Me voy, me voy, que ha de venir a verme mi administrador, y no quiero hacerle esperar.

Tu reloj... Si no recuerdo mal, está en treinta duros. ¿Pero qué te pasa hoy? ¿Vas a sacar todo? ¿A sacar? repitió Isidora, herida por aquella ironía como por un porrazo. ¿Qué cálculos haces?». Isidora se auxiliaba de sus dedos para calcular. La tersura y fineza de aquellas extremidades de sus manos indicaban no estar ocupadas ya más que en trabajos matemáticos.

Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir á los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; D. Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin ¡oh última de las desgracias! crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces piden versos y décimas, y no hay más poeta que Fígaro.

Pobre soy yo dijo el alférez , y en punto á orgullo no me trueco por un portugués. ¿Y qué tal? ¿es buen mozo? No tanto como vos dijo la Mari Díaz , pero aun así puede presentarse sin miedo donde haya galanes... se entiende siempre, después de vos. Muchas gracias por la fineza, prenda mía; aunque no me satisface mucho vuestra opinión. ¿Y por qué no?

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