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Actualizado: 5 de junio de 2025
¿En este? dijo la mona, bailando el zapateado en el limpia-barros del cuarto de la izquierda. Porque todos los pisotones de menos que le demos al nuestro, eso vamos ganando. ¿Sabe, señora, sabe?... agregó Papitos, que a pesar de venir sofocada de tanto correr, seguía bailoteando en el felpudo ajeno . ¿No sabe lo que hay allí?
Por otra parte, en casa no había gatos ni D.ª Carolina los soportaba. Las circunstancias le empujaban, felizmente para la civilización, a escribir la monografía del perro. Clavel era un perrillo como un puño, tan lanudo que apenas se hallaba hueso y carne debajo de aquel felpudo sedoso con que la Naturaleza le había abrigado.
En la cama del enfermo, la colcha de damasco rojo de los grandes días, y vuelto sobre ella, el amplio y bordado embozo de una sábana de lujo; las almohadas, con fundas de grandes guarniciones muy tiesas y escaroladas, y el enfermo mismo, con camisola limpia, calentada poco antes al brasero y sahumada con tomillo, sobre el espeso chaquetón elástico que le abrigaba el tronco; junto a la cama, una alfombra en lugar del felpudo de siempre; encima de la cómoda, cayendo en airosos pabellones por los lados, otra colcha de las buenas de la casa, y sobre ella, esperando mejor destino, el crucifijo de marfil, seis candeleros de plata, un vaso con agua bendita y un ramito de laurel.
Miraba el alférez a la muchacha, y admirábase de las predicciones de Borrén: es verdad que había ojos grandes, pobladas pestañas, dientes como gotas de leche; pero la tez era cetrina, el pelo embrollado semejaba un felpudo, y el cuerpo y traje competían en desaliño y poca gracia.
Sujetole al mismo tiempo por el cuerpo y lo metió en la trastera de golpe. Tomó del suelo una mordaza y un cordel que allí tenía preparados; le puso la primera; atole con el segundo las piernas y los brazos y lo dejó tendido boca arriba sobre un felpudo diciéndole: No te muevas. Si haces el más pequeño movimiento, hay ahí unos ratones que vendrán a comerte las narices.
No había allí más que una cama del mismo estilo que la mía, pero grande, de las llamadas de matrimonio; un crucifijo y una benditera en la pared del testero, una cómoda, dos perchas, un palanganero, un sillón de vaqueta, dos sillas y un felpudo. La cama estaba ya hecha, el suelo barrido y todas las cosas en orden, señal de que mi tío había madrugado más que yo.
Si es una gloria veros vestidos de nuevo; si así debe ser; si ya lo sé. ¿Crees tú que no gozo yo mirándoos a ti y a don Custodio y al primo del ministro, tan buenos mozos, tan relucientes, tan lechuguinos con vuestro sombrero de teja cortito, abierto, felpudo...?, pues ya lo creo... si eso es una bendición de Dios; si así debe ser.... ¿Pero sabes tú quién es Rosendo?
Al anochecer entró doña Lupe, después de haberse limpiado el lodo de las suelas en el felpudo del vecino. «Oye una cosa dijo a Fortunata, quitándose el manto . He sabido esta tarde que Mauricia se está muriendo. ¡Pobre mujer! Tenemos que ir a verla. No es lejos: calle de Mira el Río». Diole esta noticia su amiga Casta Moreno, que la supo por Cándido Samaniego.
Don Santiago se alegró de aquel atrevimiento de su mujer, y la dispuso el trono como para una reina; lo mejor que se pudo con lo que había a mano: una silla de Vitoria sobre un felpudo casi nuevo.
Y este trono ocupó doña Ramona desde el día siguiente; y allí la vieron con admiración los marchantes, rígido y empinado el cuerpo vestido de obscuro, casi negro; medio cubierta la cabeza con su cofia; las cejas enarcadas; los sombríos ojos clavados, por detrás de los cristales de las gafas, en las manos de piel lívida, como la de la cara; la calceta y las agujas entre los dedos, y sin otras señales de estar viva que el movimiento vertiginoso de las manos y tal cual mirada zurda que lanzaba por encima de los anteojos, bajando un poco la cabeza, cuando alguien entraba o salía, o mientras tiraba con la diestra del hilo que terminaba en un grueso ovillo que andaba rodando, tan pronto sobre el mostrador como encima del felpudo, o hecho una maraña entre las uñas de un gato, debajo de la silla.
Palabra del Dia
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