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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Pero cuanto más se aleja del lugar de la fiesta, tanto más aumenta su turbación... Al punto de entrar en la sala de baile ve a Franz Maas, que se lanza hacia él presa de una agitación manifiesta. Una vaga sospecha de desgracia comienza a torturar su alma. ¿Qué ha sucedido? exclama. ¡Al fin te encuentro! Tu cuñada se ha indispuesto. ¡En nombre de Cristo!... ¿Y adónde la has llevado?
En las escenas que siguen se describe la fiesta de la Ascención, que se celebra con la mayor pompa. Juanico, niño de angelical belleza y singular piedad, sale en compañía de sus padres para asistir á la procesión; cuando ve pasar ante sí la imagen de la Virgen en toda su gloria, rodeada de ángeles, exclama: Bien quisiera Ser desse Sol resplandor Algún ángel esta tarde.
¡Por San Pedro! exclama, dando una voz, Braulio, difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa. Pero sigamos, señores, no ha sido nada añade, volviendo en sí.
Roselo se acerca á Julia mientras tanto; ella exclama: Si el Amor se disfrazara Para dar envidia á Febo, Pienso que de este mancebo El talle y rostro buscara; Y yo pienso que Amor es, Que, para quitar la paz, Viene con este disfraz. Roselo, por otra parte, prorrumpe en las palabras siguientes: ¡Ay, cielos! ¿Que fuí Montés? ¡No fuera yo Castelvín! ¿Tanto le costaba al cielo?
Para éstos se reservan todas las atenciones, todos los agasajos, todas las demostraciones de afecto. ¿Ves ese hombre gordo?, dice un marido á su mujer: tiene que ir á La Maya. ¡Ay, el pobre!, exclama con tono doliente la señora. Por lo demás, las primeras horas del viaje son bastantes divertidas, sobre todo para los coleccionistas de armas de fuego.
Muda, con una mirada tímida y suplicante, Gertrudis deja hacer; y cuando él siente entre sus manos ese pie suave y fresco, lo asalta un vértigo, lo invade un deseo ardiente y loco; se agacha y posa sobre él su frente ardiente. ¿Qué haces? exclama ella. El se incorpora... Sus miradas se cruzan llenas de embriaguez, y, lanzando un grito furioso, caen en brazos uno del otro.
También, como ya le dije a Vd., ha querido enseñarme la esgrima, y después a fumar y a tirar la pistola y a la barra; pero en nada de esto he consentido yo. ¡Qué diferencia exclama mi padre , entre tu mocedad y la mía! Y luego añade riéndose: En sustancia, todo es lo mismo.
El libro está todavía sobre la mesa, su vista le recuerda las reflexiones de la mañana; y exclama en su interior: «Oh! cuán miserablemente te engañabas, cuando reputabas exageracion las infernales pinturas que del mundo hacen esos hombres! No puede negarse: tienen razon: esto es horrible, desconsolador, desesperante, pero es la realidad.
Veinticinco y veintiocho exclama . Caballo... Luego, dirigiéndose a mí, continúa: Son 20 pesetas tiradas... Este año llevo perdidas ya 15.000. ¡Como no se repita lo del año pasado...! ¿Sabe usted cuánto me costó la broma el año pasado? Pues 7.000 duritos justos. No se gana nunca, nunca... La ruleta gira vertiginosamente. Los azares despiden de cuando en cuando la bola con un ruido seco.
Los aldabonazos suenan sordamente, una vez, dos veces. Después se oyen pasos en el interior; la llave gira, y una luz amarillenta se esparce fuera, en la claridad de la luna. ¡En nombre del cielo! ¡qué cara trae usted! exclama asustada la criada. Y la puerta se cierra. El se deja estar allí largo tiempo, con los ojos fijos en el sitio por donde ella ha desaparecido.
Palabra del Dia
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