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Actualizado: 24 de junio de 2025
Don Alvaro sonríe consolado, y, beatificado, exclama: ¡Ta, ta, ta, ta, ta! Así va tirando aún el ilustre descendiente, según pretende su ejecutoria, del más heroico de los doce pares. En cuanto a doña Inés, afirma mi amigo el diputado que está hermosa y fresca todavía, y que pudiera hacer el papel de Angélica, aunque algo metida en carnes.
El hombre, por el contrario, el hombre habla y escucha; el hombre cree, y no así como quiera, sino que cree todo. ¡Qué índole! El hombre cree en la mujer, cree en la opinión, cree en la felicidad... ¡Qué sé yo en lo que cree el hombre! Hasta en la verdad cree. Dígale usted que tiene talento. ¡Cierto! exclama en su interior. Dígale usted que es el primer ser del universo.
Entre los empleados y agraciados suele haber también quejas y envidias. Fulanito se llevó un turrón más dulce y suculento que el mío, dice Menganito; y Perenganito exclama que el destino de Menganito es de mucho manejo y el suyo no lo es, de donde nace también no pequeño encono.
Lario examina el dibujo, y exclama, despojándose del sombrero, meneando la cabeza y rascándose el colodrillo: La calle no puede ser más fea. El dibujo no puede ser más hermoso. Puesto que ya la has perpetuado, ahora debían arrasar la Rúa Ruera.
Terminado el discurso, rectifica brevemente Pérez, y acto continuo el presidente concede la palabra a Gutiérrez, que con el rostro encendido, las manos trémulas y los ojos inyectados, comienza a gritar más que a decir su oración. «Señores académicos exclama: No es el cristianismo, no, como acabáis de oír, el que ha engendrado nuestra civilización. Todo lo contrario.
¡Espera! ¡espera! exclama, abriendo los brazos; te pillaré de todos modos. Y, de un salto temerario, se lanza sobre la estrecha viga que atraviesa el río como un puente. ¡Juan!... ¡por el amor de Dios!... ¡Juan! El joven no oye. Debajo de él las aguas hierven en el abismo; se esfuerza por conservar el equilibrio; avanza, tiembla, vacila; da un paso, dos, tres, un salto atrevido... Ha pasado.
¡Y la flauta! ¿la flauta? ¿Para qué necesita la flauta? ¿Les va á tocar á los colonos alguna polka para hacerles pagar la renta? exclama la buena señora con desesperación. D.ª Robustiana no conocía la mitología; no estaba por lo tanto enterada de que el tracio Orfeo había llevado á cabo empresas mayores con su lira.
Cuando quiere poner un término a la escena, finge tropezar con él, y le da un pisotón; el otro entonces le dice: perdone usted; y el calavera se incorpora con su gente. A los pocos pasos se va con los brazos abiertos a un hombre muy formal, y ahogándole entre ellos: Pepe exclama, ¿cuándo has vuelto? ¡Sí, tú eres!
Don Pedro le excita á empuñar de nuevo su espada; pero el vencido observa que ha sido herido en el brazo y que es más fuerte su adversario. En este momento se presentan criados con antorchas; Don Tello conoce al Rey, y exclama: ¡Cielos! ¿Qué es esto? El rico-hombre de Alcalá A los pies del rey Don Pedro. ¿Vos sois, señor?
¡Juan! exclama, y la fusta que tiene en la mano cae al suelo con ruido. Un silencio de muerte se esparce por la sala llena de gente, y los bebedores contemplan con la boca abierta al intruso.
Palabra del Dia
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