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Actualizado: 15 de junio de 2025


Estamos embarrancados dijo el Capitán, secándose el frío sudor que le bañaba la frente . ¿Baja la marea? , Capitán. ¿Qué hora es? Las once. Dentro de cuatro horas será la pleamar. Esperemos con confianza que nos ponga a flote. ¿Y si no llega la marea a desencallarnos? Tenemos la chalupa y nos encomendaremos a Dios y a las olas. Entre tanto, los australianos seguían en la playa.

Y contribuirán aún mucho menos, si los Estados Unidos, según ya se prevé, nos exigen indemnización por esos saqueos y esos incendios, que sin el favor y aliento que dan á los rebeldes, no se perpetrarían, y si el Gobierno español tiene la debilidad de someterse y de pagar. Esperemos, aunque se resista y no pague, que no haya violencia ni guerra internacional.

Con ayuda de Dios, esperemos vencer en esta terrible prueba. ¡Infame salvaje! Las exclamaciones son inútiles, Horn. Es preciso hacer algo antes de que la nave se hunda. No olvidéis las armas si abandonamos el junco. Será lo primero que embarque. ¡Cornelio, Hans, Lu-Hang, seguidme! Un triste destino pesaba sobre los desgraciados pescadores de trépang.

Esperemos los dias venideros: El rocío la flor fecundará, El sol relucirá tras negra noche, Y el cielo nos dará la libertad! Un himno fué tu vida, que la muerte Hizo en tus dulces labios espirar, Como espira el sonido de una cuerda Que la tension obliga á reventar.

Casi siento la tentación de pedirte prestados tus treinta mil francos. Los dos rieron ante la idea de este préstamo. ¡Ella que había venido á suplicarle como deudora!... Ignoro lo que podré hacer por ti; no cuál es mi situación; pero haré cuanto pueda. Esperemos; hay que tener paciencia. Estos tiempos no pueden durar. No; no pueden durar.

Silencio dijo la abuela; esperemos a estar en casa para hablar libremente... Al llegar, me eché en los brazos de la abuela, y sólo mis lágrimas le dijeron elocuentemente mi agradecimiento. ¡Querida abuela! suspiré, cubriéndola de besos. ¿Estás contenta, hija mía? me preguntó con voz conmovida, devolviéndome con usura mis caricias. Abuela, abuela... ¿Habías adivinado?... Qué ángel guardián...

A despecho de tanta dificultad, entre las cuales, como se ve, cuentan por algo las que los Estados Unidos nos suscitan, todavía espera la mayoría de los españoles, y yo con ella, que Cuba, por ahora, no ha de ser libre, como el Sr. Clarence King ansía y propone. Esperemos que Cuba siga siendo libre, pero española, como la metrópoli desea, pero tenga por seguro el Sr.

Marenval movió la cabeza con aire de importancia. Mi querida prima, no me pregunte usted nada, porque no podría hablar. El éxito, que es posible, se obtendrá solamente al precio de una discreción absoluta. Una palabra imprudente lo comprometería todo. Esperemos. Nunca ha habido probabilidades más favorables, pero tiene usted que consentir en marchar á ciegas por la ruta que vamos á emprender.

Menos seguro estaría si tuviera que habérmelas con mi excelente amigo Sorege... ¡Ah! miserable... , muy miserable... Ese merece todo nuestro odio y todo nuestro desprecio. ¡Pero paciencia! Esperemos á saber exactamente qué papel ha desempeñado en el drama y yo respondo de que será castigado por todo lo que nos ha hecho sufrir.

Esperemos que Dios, con su infinita bondad y misericordia, suscite pronto en Cuba un caudillo, sea quien sea, que logre estar no menos acertado como general en jefe, que Cirujeda como comandante, y todo terminará pronto y bien, sin imitar á Agatocles, y sin imitar tampoco al cura de Gavia.

Palabra del Dia

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