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Actualizado: 15 de junio de 2025
Mas, porque no es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas ascuras, como los salteadores y rufianes, esperemos el día, para que el sol vea nuestras obras. Y ha de ser condición de nuestra batalla que el vencido ha de quedar a la voluntad del vencedor, para que haga dél todo lo que quisiere, con tal que sea decente a caballero lo que se le ordenare.
Al despedirme de ella, la estreché la mano y le dije con energía: Siento que su cariño de usted me traerá la dicha y espero encontrarme pronto en estado de poder asegurar a usted la dignidad de vida y la tranquilidad de espíritu a que tiene derecho. Luciana respondió a la presión de mi mano: Eso es; esperemos con paciencia el momento favorable para realizar nuestros proyectos.
Dios no opera hoy de un modo y mañana de otro. Mi gota de agua, no cabe duda, con sus transformaciones me va á contar la historia del Universo. Esperemos, y á observar. ¿Quién es capaz de prever, de adivinar la historia de esa gota de agua? Planta-animal, animal-planta, ¿cuál debe salir primero?
«¿Ves aquellas dos centellitas que brillan junto a la rueda?... Son los ojos de Pecado...». Isidora vio, en efecto, dos pequeñas ascuas. Su hermano la miraba. «Pronto serán las doce indicó la anciana . Esperemos a que levanten el trabajo, y nos iremos los tres a comer». La hora del descanso no se hizo esperar.
Pues bien, volved los ojos á la otra parte, ¿qué mirais? un mar que nos negará campo abierto á la huida, si con un infeliz revés nos maltratare la fortuna. En esta parte no esperemos amparo ni abrigo sino la muerte; i si solo fuere la muerte, acostumbrados estais á esperarla con pié firme i con sereno rostro; pero con ella nos espera la infamia. Volved los ojos á la otra parte.
Sí dijo . Estamos cerca de tierra o de un escollo. Esperemos un relámpago. No tuvo que esperar mucho. A poco un brillante relámpago rasgaba las nubes, iluminando el golfo hasta los extremos límites del horizonte. Una orden precisa y terminante salió de los labios del Capitán: ¡Escollera ante nosotros! ¡Orza la barra, Van-Horn!
En fin, esperemos que don Ramón vaya a Europa mañana, compre un título, y que Blanca sea Baronesa de algo... dijo don Benito después de haber apurado una copa de champagne. ¡Diablo con Montifiori! qué vino nos hace beber! ¿Pero quién lo surte?... agregaba don Benito; este champagne es abominable... ¿si nos creerá tontos este gran pieza de Montifiori?
Venid conmigo, y los dos Esperemos este día. Los dos juntos prosiguen entonces su peregrinación, y llegan á un palacio soberbiamente iluminado, dentro del cual se oye plácida harmonía. En él reina la locura del mundo. Alegre muchedumbre rodea á los extranjeros cantando y bailando, y los invita á entrar en el palacio.
Esclavos aún, no han dejado los pueblos de adorar el sombrero de sus amos. #El hombre# Esperemos, de todos modos, confiadamente: el día grande vendrá. Vánse los dioses y llévanse consigo á los reyes, tristes representantes suyos en la tierra. Aprende despacio el hombre á hablar el lenguaje de la libertad: aprenderá también á practicarla.
Estas son las palabras que yo esperaba, que yo preveía, exclamo con fuego Cristián. ¿No lo has dicho todo ante los jueces? ¿Has temido comprometer á quién? ¡Acaso á los mismos que te perdían! Pero vamos al fin á comprenderlo todo y á descifrar este enigma... Esperemos á Marenval, que tiene derecho á saber lo mismo que nosotros.
Palabra del Dia
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