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Actualizado: 7 de junio de 2025
Así con espadas de plomo peleaban gladiadores contra el bien armado Emperador de Roma, que de seguro había de matarlos, y así sale al campo a reñir en desafío contra el más tremendo de los espadachines un señor viejo y pacífico que no sabe de esgrima o que la ha olvidado, y que por no haber tirado al blanco o haberse quedado medio ciego no acierta a dar un balazo a un elefante a cinco metros de distancia.
«El Fénix villavejano» Acompañado del propio Maravillas, que para eso y para dirigir y mejorar a su gusto la edición, había ido dos días antes a la ciudad, entraba en Villavieja el paquete de los quinientos ejemplares, húmedo todavía y exhalando el tufo que enloquece a los pipiolos y regocija a los veteranos en la esgrima de la péñola, al mismo tiempo que subía hacia Peleches don Alejandro Bermúdez.
Si en el momento en que él piensa atacarte atacas tú con decisión, es casi seguro que llegas. Si vacilas eres perdido. Al pronunciar las últimas palabras, dejó de contemplar el escaparate y siguió su marcha majestuosa por la acera. Ramón hizo lo mismo. No había entendido bien la aplicación que podía tener este símil arrancado a la esgrima en su caso; pero se abstuvo de pedir explicaciones.
Toda cabeza que se ponía al alcance de su vista turbia la sujetaba entre sus brazos, llevando á ella las narices. El más lejano perfume del licor de oliva despertaba su cólera. «¡Ah, lladre!...» Y dejaba caer su manaza enorme, blanda y pesada como un guantelete de esgrima.
Y él, que había sido el primer sable del ejército carlista y llevaba sobre su conciencia una cabeza partida hasta la mandíbula en un duelo durante la campaña contra los turcos, sonreía orgulloso al ver cómo este muchacho de once años se mantenía firme durante la lección de esgrima, evitando sus duros golpes y devolviéndoselos con éxito al menor descuido.
¡Enhorabuena! dijo; pero no vea usted en mí á su catedrático; yo soy un fraile y usted un estudiante filipino, ¡nada más, nada menos! y ahora le pregunto á usted ¿qué quieren de nosotros los estudiantes filipinos? La pregunta llegaba de sorpresa; Isagani no estaba preparado. Era una estocada que se desliza de repente mientras hacen el muro, como dicen en la esgrima.
Pero al día siguiente no salió de casa esperando los padrinos de Maza, los cuales, felizmente para éste, no parecieron. El desafío y la actitud de don Rosendo, tuvieron, sin embargo, consecuencias provechosas para la población. Gracias a nuestro héroe nació en ella la afición a las armas. Muchos de sus habitantes más distinguidos comenzaron con ahinco a cultivar la esgrima.
Indudablemente dejar la modestia a un lado y obligar a sentir a aquellos bellacos el peso de sus conocimientos en la esgrima. La primera señal que dió de su indignación y del soberano desprecio que sus enemigos le inspiraban, fué el escupir al suelo, con ruido, cuando alguno de éstos cruzaba a su lado, como indicando que le daba asco.
«¡Cuánto se quieren papá y el Conde! Se parece a papá, su amigo; es bueno como él, y casi tiene su mismo aspecto... »Hoy me ha mandado el Conde las novelas de Walter Scott... Hoy he recibido de nuestro buen amigo los dramas de Metastasio... »Todavía se ejercita el Conde en la esgrima, mientras que papá la ha dejado desde hace mucho tiempo.
Juana llegó, a fuerza de aplicación, a conocer bastante la esgrima; dábase cuenta con bastante exactitud de los golpes y de la fuerza de los tiradores.
Palabra del Dia
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