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Actualizado: 3 de junio de 2025


El toro, entre tanto, se mantenía en medio de la arena con la tranquilidad de un hombre valiente que, con los brazos cruzados y la frente erguida, desafía arrogantemente a sus adversarios. Pepe Vera escogió el lugar que le convenía, con su calma y desgaire acostumbrados y señalándoselo con el dedo a los chulos: ¡Aquí! les dijo.

En el muelle se agolpaban los del oficio: su vista, acostumbrada a las inmensidades del mar, había reconocido lo que remolcaba la barca. Pero Antonio sólo miraba, al extremo de la escollera, a una mujer alta, escueta y negruzca, erguida sobre un peñasco, y cuyas faldas arremolinaba el viento. Llegaron al muelle. ¡Qué ovación! Todos querían ver de cerca el enorme animal.

En fin: un tomo entero no bastaría para reseñar todo lo que hay que ver en Toledo, desde que se la descubre, escalonada en aquella especie de erguida península, ó corpulento promontorio ceñido por el profundo Tajo, y se comienza á subir la áspera cuesta, y se pasa el venerable Puente de Alcántara, y se penetra por la histórica y bellísima Puerta de Visagra, hasta que se recorre aquel dédalo de torcidas calles arábigas, y se baja por el lado opuesto, y se vuelve á salir al campo por el Puente de San Martín.

Figuráos que yo, por orden de don Rodrigo, estoy desde el obscurecer acechando á los que salen del alcázar por la puerta de las Meninas. Palaciega historia tenemos. Figuráos que poco después baja una dama por las escalerillas de las Meninas, y se mete en una litera. ¿Dama y tapada? , señor. ¿Estás seguro que no era dueña? Andaba erguida y transcendía á hermosa.

Dijo esto con ímpetu más violento aún que amoroso, y echó sus brazos al cuello de Lucía, y arrimola a con fuerza sobrehumana. Creyó ella sentir dos tenazas dulcísimas de fuego que la derretían y abrasaban toda, y reuniendo su vigor nervioso, se desprendió de ellas, quedándose trémula y erguida ante el pesimista.

Las damas que cruzan arrellanadas en su landau hacia el Retiro, podrán volver desdeñosamente la cabeza y no verlos; los jóvenes, que apetecen la gloria inmarcesible de vivir y morir perteneciendo al Veloz, pasarán velozmente con la cabeza erguida, el sombrero ladeado y el bastón a guisa de lanza, dando miradas amorosas a todos los carruajes y ansiando descubrir su cabeza venerable ante alguna duquesa ajamonada, sin fijar la atención en ellos; pero no es menos cierto que allí están para honra y gloria de Dios y regocijo de los villanos y pecheros que en tales lugares paseamos.

Su orgullo, que luchaba con la frente erguida contra toda superioridad; que desafiaba la dignidad de la nobleza, la rivalidad de los artistas, el poder de la autoridad y aun la prerrogativas del genio, se dobló como un junco ante la grandeza y la elevación de la virtud. Poco después se levantó para irse; seguía lloviendo. Tiene usted un coche a su disposición le dijo la duquesa al despedirla.

De trecho en trecho, una docena de soldados de infantería vestidos de verde marcaban el paso en una pradera, con la cabeza erguida y una pierna al aire, llevando sus fusiles a modo de ballestas: era el ejército de cualquier principillo de Nassau.

Una tarde, cuando marchaba á su lado por los Campos Elíseos, se estremeció viendo á una dama que venía en dirección contraria. Era la señora de Laurier... ¿La reconocería Julio? Creyó percibir que éste se tornaba pálido, volviendo los ojos hacia otras personas con afectada distracción. Ella siguió adelante, erguida, indiferente.

Y allí la siempre amada y bendecida Que un tiempo se eclipsó de nuestros cielos; La que entrevió Rizal en sus desvelos Y en el supremo instante de su vida. La enseña que en Malolos vióse erguida Colmando de mi patria los anhelos; La que a mi pueblo préstale consuelos En tanto espera verla enaltecida... ¡Bendita seas, tricolor enseña!

Palabra del Dia

rigoleto

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