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Actualizado: 25 de junio de 2025
Quedose parado un largo rato mirando a la luz y viendo en ella a doña Lupe en el acto de coger la hucha falsa y decir: «Pero esta hucha... no sé... me parece... no es la misma». Dando un gran suspiro, envolvió rápidamente en un pañuelo los destrozados restos de la víctima, y los guardó en la cómoda hasta el momento de salir. Puso la nueva hucha en el sitio de costumbre, que era el cajón alto de la cómoda, abrió la puerta, quitando el pañuelo que tapaba el agujero de la llave, y después de llevar a la cocina el instrumento alevoso, volvió a su cuarto con idea de contar el dinero... Pero si era suyo, ¿a qué tanto miedo y zozobra?
Cuando te encontré, venía de allí... venía de verla y conversar con ella... Sí, esta noche, en casa de Charito González, no hace media hora, tuve el mismo vértigo, me envolvió la misma llamarada. Y ahora ya no soy dueño de mí, todo lo que me pasa y todo lo que hago viene como arrastrándome y como aplastándome. Se cubrió Muñoz la cabeza con las manos abiertas, los codos sobre la mesa, y suspiró.
Al fin levantó de entre sus ropas un manto y se envolvió rápidamente en él. ¿Decís, Manuel exclamó con voz concentrada y breve , que sabéis dónde están juntos ese hombre y esa mujer? Sí dijo el bufón. Venid.
Una muralla gris avanzaba sobre él, devorando el azul del cielo y el verde amarillento del mar. La niebla envolvió al buque cuando entraba en la embocadura del estuario. Empezó a navegar con lentitud. Algunas veces parecía detenerse, como si fluctuase indeciso, no sabiendo qué dirección seguir, y poco después reanudaba la marcha.
Al regresar y acercarse a la entrada de los Pazos, un remolino de hojas secas le envolvió los pies, una atmósfera fría le sobrecogió, y la gran huronera de piedra se le presentó imponente, ceñuda y terrible, con aspecto de prisión, como el castillo que había visto soñando. El edificio, bajo su toldo de negras nubes, con el ruido temeroso del cierzo que lo fustigaba, era amenazador y siniestro.
50 Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, 52 Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53 Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro que era labrado de piedra, en el cual ninguno había aún sido puesto. 55 Y viniendo también las mujeres que le habían seguido de Galilea, vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.
Adiós, señor, la desdichada á quien conocéis y que no os maldice, porque no sabe maldecir; que no os odia, porque no sabe odiar.» Después de escrita esta carta, la duquesa la guardó cuidadosamente, envolvió cada suerte de letras de las que había cortado en su papel correspondiente y las guardó, cerró asimismo el libro de devociones, y se acostó.
Pues sácalo de la cama, no hay ningún cuidado: a ver si se entretiene con cualquier cosa. Lucía lo envolvió en un chal y lo sacó al gabinete. Era rubio y hermoso como un angelito, con grandes ojos azules; no se manifestó sorprendido al ver a Miguel; suspendió el llanto y le miró, sí, con insistencia, pero sin preguntar nada a su madre.
La roja luz del ocaso la envolvió entonces; su rostro se encendió como un ascua, y por segunda vez le pareció a Baltasar hecha de fuego. Di, hermosa.... Usted... quiere comprometerme... quiere conducirse como se conducen los demás con las muchachas de mi esfera. No por cierto, hija; ¿de dónde lo infieres? No pienses tan mal de mí.
Dio precipitadamente la vuelta y se metió por un callejón que lindaba con la travesía del Puerto, desembocando en el muelle. Ofreciose de pronto a sus ojos el agua negra de la bahía, que no alumbraban la luna ni las estrellas, y donde los barcos inmóviles parecían más negros aún. Arrimose al parapeto. Una brisa salitrosa, picante, le envolvió la faz.
Palabra del Dia
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