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Actualizado: 8 de septiembre de 2025


El dinero no lo era todo. ¿Y la gloria? ¿Y la vergüenza profesional? ¿Qué dirían de él los miles y miles de partidarios entusiastas que le admiraban? ¿Qué contestarían a los enemigos cuando les echasen en cara que Gallardo se había retirado por miedo?... Además, el matador deteníase a considerar si su fortuna le permitía esta solución. El era rico y no lo era.

Hizo amistades, y se formó en torno de él un grupo de entusiastas ganosos de novedad, que también le proclamaban el «torero del porvenir», protestando porque aún no había recibido la alternativa. A espuertas va a ganar el dinero, Encarnación decía el cuñado . Va a tener millones, como no le ocurra una mala desgracia. La vida de la familia cambió por completo.

Señoras y señores: o mis buenos amigos y buenos compañeros, Jesús Castellanos y Max Henríquez Ureña, entusiastas organizadores de estas hermosas lides del pensamiento, me hicieron el honor de invitarme para que consumiera un turno en ellas, consulté la mente, y no hallé tema que me subyugara: consulté luego el corazón, y hallé, José Martí.

Había lo bastante con esto para restablecer el antiguo y noble orgullo de los tiempos de Carlos III, para libertarnos por siempre jamás amén de la rabia y comezón de imitar, recobrando nuestra inmaculada y pura nacionalidad; en fin, había lo bastante para decir al monumento del Dos de Mayo, a la estatua de Felipe IV y a la de Cervantes: «Humillaos, sombras ilustres, que aquí viene quien sobrepuja vuestra grandeza y vuestra gloriaNo faltaron entusiastas que pensasen acudir a la reina, para que se dignase ennoblecer a María, dándole un escudo de armas, cuyo lema, imitando el de los duques de Veragua, en lugar de: «A CASTILLA Y A LEÓN, NUEVO MUNDO DIO COLÓN», dijese: «A ALTA Y BAJA ANDALUCÍA, NUEVA GLORIA DIO MARÍAEn fin, tal era la impresión hecha por la cantatriz en el público de Madrid, que ya no se escribía en las oficinas ni se estudiaba en los colegios: hasta los fumadores se olvidaban de acudir al estanco.

Otros entusiastas iban entrando en el comedor, con mísero pelaje y cara famélica: revisteros obscuros en periódicos que sólo conocían los lidiadores a quienes se dirigían sus elogios y censuras; gentes de problemática profesión, que aparecían apenas circulaba la noticia de la llegada de Gallardo, asediándolo con elogios y peticiones de billetes.

Los torerillos reían recordando sus primeras entrevistas a solas con estas devotas entusiastas.

Y él, apoyado en la barrera, sonreía satisfecho de su fuerza, repitiendo a todos: Muchas grasias. Se hará lo que se puea. No sólo los entusiastas mostrábanse esperanzados al verle. Toda la gente fijábase en él, aguardando hondas emociones. Era un torero que prometía «hule», según expresión de los aficionados; y el tal hule era el de las camas de la enfermería.

Pero Morsamor aún fue más aplaudido, porque, en cerrado coso, a caballo, y armado también de frágil bastón en cuya extremidad había acicalado hierro, lidió y mató bravos toros entre las entusiastas aclamaciones de caballeros y de damas. Sin duda entonces hubo de prendarse de Morsamor doña Sol de Quiñones. Lo cierto es que él se prendó de ella, hizo gala de que la servía y vistió sus colores.

Sus facciones son regulares, y sus cuerpos robustos. Remeros infatigables, sus pilotos son los mejores prácticos del pais. Entusiastas y atrevidos no dejan por eso de ser circunspectos, respetuosos, dóciles y de una complacencia estremada.

Y así que acababa su charla con la novia, metíase en la tienda de bebidas, donde le esperaban los obsequiantes, unas veces amigos entusiastas, otras desconocidos que deseaban beberse unas cañas con el torero.

Palabra del Dia

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