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Actualizado: 3 de junio de 2025


En la noche de aquel memorable día, y cuando la jaqueca se le calmó, pudo enterarse Maxi de que su hermano había ido a la calle de Pelayo, y de que sus impresiones «no habían sido malas» según declaración del propio cura.

Cuando llegó a enterarse de la ofensa que mediaba, conociendo el carácter de su padre, sintió esperanza de que pudieran las cosas arreglarse; y, apenas concebida la sospecha, resolvió hablar a su madre.

Pero estas palabras resultaban irónicas, pues ninguno de los dos se había movido al llegar el Hombre-Montaña ni parecieron enterarse de su presencia. Gillespie no pudo ofenderse por este egoísmo, propio de enamorados.

Antes de partir, el doctor habló con Guillermina en la sala, diciéndole que aquello no podía menos de acabar mal, y que a todo tirar, tiraría dos días... Acercábase Fortunata para enterarse de esto, cuando vio entrar inesperadamente a una persona cuya presencia le hizo el efecto de una descarga eléctrica. «¡Jesús, esa mona otra vez...!, yo me voy».

Este al día siguiente vino a enterarse de cómo había pasado la noche, y tuvo la amabilidad de conducirle hasta el colegio; al dejarlo a la puerta, le prometió venir a buscarle y llevarle a almorzar consigo. Y así fue; pero en vez de llevarle a la fonda donde alojaba, prefirió irse a almorzar al restaurant del Iris.

Los profesores son en su mayoría médicos y abogados que ejercen su carrera, van una hora todos los días a sentarse en la cátedra, repitiendo como un fonógrafo lo que dijeron en años anteriores, y vuelven en seguida a sus enfermos y sus pleitos, sin enterarse de lo que se escribe y se dice por el mundo después que ellos ganaron su puesto.

Púsolas en un vaso con agua fresca, almorzó, y escribió dos cartas, gastando en ellas, por su torpeza en la caligrafía, ocho plieguecillos del timbrado papel, y habría gastado más si no le dieran a la sazón la noticia del crimen de su hermano. Dejolo todo y salió agitada, para enterarse en el Juzgado, visitar a Mariano en la cárcel y ver el partido que debía tomar.

Contestó D. Alonso a sus finuras con gravedad, y después quiso enterarse por él de los pormenores del combate. «¿Pero qué ha sido de la reserva? ¿Qué ha hecho Gravina? preguntó mi amo. Gravina se ha retirado con algunos navíos contestó el inglés. De la vanguardia sólo han venido a auxiliarnos el Rayo y el Neptuno.

Pues V. está enamorado de la señorita Julia; V. ha comprendido que en la casa pasa o ha pasada algo muy gordo, como vulgarmente se dice, y quiere enterarse... naturalmente, un hombre tiene derecho a saber lo que puede importarle. Y esto que V. dice, ¿lo sospecha también doña Carmen? A mi señora no se la escapa nada. ¿Y doña Clotilde y su marido?

Ballester fue temprano, y a ella le faltó tiempo para hablarle de la visita de Maxi y de la historia que este le había llevado. Mucho se incomodó el regente al enterarse de esto, y con desusada seriedad y calor hubo de negar lo que su amigo contara de la Samaniega. «Mire, compañero dijo ella , mientras más se amontone usted para negarlo, más creo yo en ello.

Palabra del Dia

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