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Actualizado: 3 de junio de 2025
Había muchas señoras que iban a visitarla, sólo por enterarse de su tocado casero. Gonzalo, al verla enfrascada en la lectura de las revistas de salones, al oir describir, como si lo hubiera visto, un baile en Palacio, exclamaba riendo: «¿Sabes cómo se llama en medicina esa manía tuya?... Delirio de grandezas». Ella se enojaba.
¡Señor de Ágreda! ¡Ah! caramba, ¡ya no me acordaba! He reunido infinidad de datos que pueden ser a Vd. de gran utilidad. Poco hay que yo no conozca; pero en fin, lo agradezco mucho... ¿Tiene Vd. ahí los apuntes? Pepe llevaba las cuartillas en el bolsillo, mas no le convenía dárselas allí. No, señor, no las he traído. ¿Qué necesidad tiene nadie de enterarse?
Pero si Lázaro no podía verla, el abate Carrascosa pudo aquel día, con permiso de la devota, entrar á enterarse de la salud de su señora doña Clarita; y al hallarse con ella, sacó un papel del bolsillo, y haciéndole señas de que callase, se lo dió á la joven furtivamente. Sin decirle una palabra, salió.
Y aunque es circunstancia precisa que todos los tratos que hacen los administradores los ha de autorizar con su permiso el gobernador o teniente a quienes corresponda el inmediato mando, como no siempre pueden enterarse de la calidad de lo que se compra, que lo regular es ganado vacuno o caballar, no puede saber si efectivamente es de la calidad que se le propone en la propuesta, ni sirve comisionar a otro para que presencie la entrega, porque o ha de ser de la parte interesada, o con facilidad puede ser sobornado, y los indios, que por interesados debían ser los más celosos, son los que más procuran ocultar sus mismos perjuicios, con que es preciso estar a la buena fe del administrador, sin que se encuentre medio de atajar los fraudes si él es de mala conciencia.
De lo que había pasado en la excursión del día de San Francisco de Asís y en otras sucesivas procuró De Pas enterarse en las conversaciones que tuvo con su amiga fuera de la Iglesia; dentro del cajón sagrado no había modo decoroso de preguntar ciertas menudencias a una mujer como Anita. La Regenta agradecía al Magistral su prudencia, su discreción.
Pero Gillespie no sentía en este momento ningún interés por su primitivo traductor. Lo que le preocupaba era enterarse de la verdadera personalidad del hombrecillo que tenía ante él. Como si adivinase sus deseos, apartó el joven los velos que le cubrían el rostro, y Gillespie se llevó inmediatamente á un ojo la lente regalada por Flimnap.
Pero prosigue la especulación belarminiana así como la mayoría de los hombres viven en el diccionario, es decir, en el mundo , sin enterarse de que viven, así también consultan y leen el cosmos es decir, el diccionario , sin enterarse de lo que leen. Vivir es conocer, y conocer es crear, dar un nombre.
Después, Teresa, mujer hacendosa, preguntó á su marido por el resultado del viaje, quiso ver el caballo, y hasta la triste Roseta olvidó sus pesares amorosos para enterarse de la adquisición. Todos, grandes y pequeños, fuéronse al corral para ver el caballo, que Batistet acababa de instalar en el establo.
Segun esta regla puede hacer mayor fe un solo historiador que quinientos: y si yo leo á un historiador que escribe desapasionadamente, que dice la verdad sacrificando intereses, y despreciando dignidades, que es buen Lógico, y razona bien, y que ha aplicado las diligencias necesarias para enterarse de lo que dice, tiene para mí mayor autoridad que otros muchos, que, ó no tienen estas circunstancias, ó se gobiernan por la multitud.
Y el viejo, sin tener en cuenta la reconciliación de los esposos ni el paso del tiempo, se sintió emocionado por esta maternidad, como si su hijo hubiese intervenido en ella. Mientras tanto, Julio seguía marchando, sin volver la cabeza, sin enterarse de esta mirada fija en su dorso, pálido y canturreando para disimular su emoción. Y nunca supo nada.
Palabra del Dia
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