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Actualizado: 2 de junio de 2025


ROSCÓN. Peladas y molidas medio kilo de almendras, se unen con otro medio de azúcar; se baten seis yemas y se van uniendo, echando también canela molida y limón rallado; se agregan las seis claras a punto de nieve, se envuelve bien, y en latas cubiertas de obleas se coloca el rosco, dejando en el centro un hueco, que se consigue poniendo un molde boca abajo en el centro, y formando el rosco alrededor, se mete al horno, y cuando está cocido, se baña con almíbar y clara de huevo, volviéndolo al horno unos dos minutos.

Un momento antes entraban sudorosas, echando espuma, sacando chispas del empedrado; ahora se pasean solas por el gran patio, arrastrando las cadenas, sonando sus cadenas tintinantes. El ganadero recoge cajitas y bultos chicos, se echa al hombro el zarape, y baja de un salto. Cortés y comedido ayuda a la anciana que no sin dificultades llega a tierra, toda envarada y adolorida.

Por un regular estipendio, Bailón les ayudaba en los oficios, echando unos sermones agridulces, estrafalarios y fastidiosos.

La misma heterogeneidad y muchedumbre de artículos que corría mermó pronto los resultados de sus viajes y algunas casas empezaron a retirarle su confianza, y el aburrido viajante, siempre de mal temple y echando maldiciones y ternos contra los mercachifles, aspiraba a un cambio de vida y a ocupación más lucrativa y noble.

Salió de la platea, y echando escaleras arriba, medio derribó a un chico, pisó a una señora y tropezó con un caballero, a quien tiró el cigarro. Le pareció oír insultos a su espalda, pero no hizo caso. El corazón le latía como a chico en examen.

Esa es el colmo de la satisfacción respondió Francisca, absorta hasta entonces en algún pensamiento íntimo, y que pareció que se despertaba de repente. ¡Cómo! tener la presidencia de tantas cosas y poseer el honor de apuntar en su libro de memorias los nombres de tantas personas... es un goce que renace sin cesar... Se está a la cabeza de una sociedad con tan poderoso juego en las manos... Se acabó en Aiglemont el privilegio de la aristocracia añadió echando a Petra una mirada maliciosa; ahora es el reinado de la virtud... Por otra parte, sólo al ver el modo que tiene la Melanval de mover las plumas del sombrero, de colocar la cabeza y de hacer reverencias, se comprende su inefable dicha, al lado de la cual no es nada la felicidad paradisíaca...

Echando pie á tierra los jinetes, ataron sus caballos á la cerca y apenas tomaron por el sendero que á la casa conducía se detuvieron atónitos, contemplándose en silencio, presa de profunda emoción.

Al salir la gente de misa mayor, Leto, como de costumbre, se quedó, con otros amigos, enfrente del pórtico echando un pitillo, un párrafo y algunas ojeadas maquinales a las villavejanas de todos los días; y hablando, fumando y mirando, vio salir a Nieves con su padre.

¿Y V. por qué ha hecho eso? le pregunté con la falta de delicadeza, mejor dicho, con la brutalidad de que solemos estar tan bien provistos los caballeros. Por nada repuso desprendiéndose de mi brazo repentinamente y echando a correr. La seguí y la alcancé pronto. ¡Qué polvorilla es V.! le dije echándolo a broma ¡Vaya un modo de despedirse!... Perdón si la he ofendido...

Algunas veces, sin saber cómo ni por qué, me entra cierta excitación, y me pongo así, nervioso y como echando chispas... me pongo eléctrico. ¿Ven ustedes?... ya lo estoy. Fíjese usted, Sr. D. Juan, y observe cómo se me mueve el párpado izquierdo y el músculo este de la quijada en el mismo lado. ¿Lo ve usted...?, ya está la función armada. Francamente, así no se puede vivir.

Palabra del Dia

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