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Actualizado: 16 de junio de 2025


La de vuestro padre. Creo que mi padre hubiera tenido en estas circunstancias tan poco cuidado como yo. Créelo sin dificultad y me alegro de que os parezcáis á vuestro padre. Sólo por eso os había llamado: estaba cuidadoso por vos. Y decidme, ¿si no habéis dormido, tendrá la culpa doña Clara Soldevilla? ¡Cómo! ¡pues qué! ¿Sabéis...? Yo lo todo. Tenéis sin duda un diablo familiar.

¿Un canasto? preguntaron varias damas acercándose a él. Algún pobre que andará por ahí dormido manifestó el criado, que aún no había cerrado la puerta. No se ve a nadie dijo Manuel Antonio, que rápidamente había registrado el portal. La curiosidad excitó muy pronto a una de las damas a levantar el paño que tapaba el canastillo.

Era el caso que Anís se había quedado dormido durante la narración que había hecho su hermana; de lo que resultó que perdiendo el equilibrio, cumplió el vaticinio de su madre, cayendo en lo interior del tiesto, en el que quedó hundida toda su diminuta persona, a excepción de sus pies y piernas, que se alzaban del interior de la maceta, como una planta de nueva especie.

El Padre Urtazu no diría, de seguro, otra cosa. ¡Y tan infelices como son! ¡Madre mía del Rosario! Inclinó la niña la pensativa frente, y quedose anodada, aturdida por el golpe repentino. El sentimiento religioso, dormido hasta entonces, con todos los demás, en el fondo de su alma plácida y serena, despertábase potente al impensado choque.

De cada mil personas que citan, por ejemplo, a Homero como al primer poeta épico, diez a lo más, en los países cultos, le han leído, y de estas diez, nueve se han aburrido o dormido leyéndole: una sola ha gustado acaso de aquellas bellezas y excelencias.

Allí se hablaron y se confiaron que el hada venía de visitar y dejar dormido al más hermoso príncipe que había en el mundo, y que el genio, procedente del otro extremo de la tierra, venía de contemplar y de admirar también a una maravillosa princesa dormida en su lecho virginal, allá, en el más recóndito, elegante y perfumado camarín de su magnífico palacio.

Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se supo atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que le mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando entró en ambiciones que requerían mucho gastar, y no estaba para ponerse por las «cosas del clérigo» en contra de los de América, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando Felipe II, que se gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo a su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido la víbora.

Una pesadilla... amiga mía: me había dormido al amor del brasero, y... hacedme la merced de mandar que me traigan agua y vinagre... pero no os vayáis... no... será una manía añadió sonriendo penosamente , pero no quiero estar sola.

Habiendo sucedido a esta copla otra que verdeaba, la tía María se acercó a Stein y le dijo: Don Federico, el vino empieza a explicarse; son las doce de la noche, los chiquillos están solos en casa con Momo y fray Gabriel, y me temo que Manuel empine el codo más de lo regular; el tío Pedro se ha dormido en un rincón, y no creo que sería malo tocar la retirada.

Así se entró en la taberna, y de un sorbito en otro emborrachóse y quedóse dormido; cuando los del acompañamiento volvieron del entierro y lo hallaron tendido en el suelo, lo llamaron; él, recordando, les dijo: "Mal hora, señores, perdonen sus mercedes, que ma Dios non hay así cosa que tanta sed y sueño poña como sinsaborios."

Palabra del Dia

rigoleto

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