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Actualizado: 16 de junio de 2025


La habitación osciló y se desvaneció ante sus ojos; reapareció, se desvaneció de nuevo, oscureciose y le dejó dormido del todo. En tanto, Federico Bullen cerró la puerta, y se juntó a sus camaradas. ¿Estás listo? dijo Conrado. ¡Listo! dijo Federico, ¿qué hora es? La una contestó, ¿puedes hacerlo? Son casi cincuenta millas entre ida y vuelta.

Una vez que se haya marchado, representare mi papel valerosamente... No puedo salir del paso sino con audacia... Pero ante todo es preciso cobrar fuerzas. Se acostó y se durmió hasta el día. Á la misma hora en que Sorege abría los ojos, después de haber dormido como si tuviera la conciencia tranquila, Jacobo estaba en el yate encerrado en la cámara con Marenval y Tragomer.

Sobre mi haz tendido va fermentando el anhelar dormido y, el germen abonado se agiganta, la gratitud es flor del alma mía, y no muere la clásica hidalguía donde se irgue tu cruz, tres reces santa.

El Magistral, que no había dormido aquella noche, que esperaba noticias de Ana con fiebre de impaciencia, dio media vuelta como un recluta; era la primera vez que el puñal de Glocester, aquella lengua, le llegaba al corazón.

El horrible reptil, que quizás estuviera dormido en la espesura, advertiría la presencia del chino y se le acercaría silenciosamente, apresándolo de pronto entre sus formidables anillos.

Don José, que ya estaba, si no enteramente dormido, a punto de llegar a estarlo, murmuró claramente estas dulces palabras, que salieron de sus labios envueltas en una sonrisa: «¡Y qué guapa es...! Quita allá, quita, esperpento. ¡Contenta me tienes!... Nada, mujer; decía que D. Amadeo es una persona... ¡Quita, quita...! ¡Quia, quia...!».

Cuando llegó la hora de acostarse, fuime hacia el cuarto, me desnudé y me metí en la cama. Poco después de estar allí, cuando aún no me había dormido, llegó el intruso. Fingí que dormía para no saludarle. A la mañana siguiente levanteme temprano y fui a misa, según costumbre.

Ya del Oriente en el confín profundo La luna aparta el nebuloso velo Y leve sienta, en el dormido mundo, Su casto pie con virginal recelo.... Absorta allí la inmensidad saluda, Su faz humilde al cielo levantada Y el hondo azul con elocuencia muda Orbes sin fin ofrece a su mirada.

Cuando llegaron a don Quijote, ya él estaba levantado de la cama, y proseguía en sus voces y en sus desatinos, dando cuchilladas y reveses a todas partes, estando tan despierto como si nunca hubiera dormido.

Todo se hundía, al pronto, en el mismo encantamiento. Hasta los vendedores errantes se postraban junto a su mercancía, donde les tomaba el golpe de badajo. En la plaza, más de uno se terciaba el embozo y se quedaba dormido.

Palabra del Dia

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