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Actualizado: 4 de junio de 2025


Si no creyeran le contestó Melchor, no vendrían a traer sus ofrendas y sus preces. Eso... no... replicó Ricardo, como distraídamente. ¿Vamos a ver? ¿A ver qué? A ver qué hacen... cómo se forman... adónde van... No hacen nada; no se forman, porque no vienen regimentados, y van, probablemente, a la basílica, cada uno por su cuenta o en grupos. ¿Van caminando?... ¿Y cómo quieres que vayan?

Saludó distraidamente á dos jesuitas, sus antiguos profesores; apenas se fijó en un tandem que conducía un americano y excitaba las envidias de algunos elegantes que guiaban sus calesas; cerca del monumento de Anda oyó que Ben Zayb hablaba con otro de Simoun, que en la noche anterior se había puesto súbitamente enfermo; Simoun se negaba á recibir á nadie, á los mismos ayudantes del General.

En cuanto a contestó Vázquez, con un vago dejo de tristeza debo decir que siento no haberme casado... ¡Sobre todo cuando visito un «home» tan alegre y cariñoso como éste! ¡Pero aun está usted a tiempo de casarse, señor Vázquez! interrumpió otra vez Coca, como distraídamente y como arrepintiéndose luego de su distracción...

Pues bien, repentinamente, cuando menos podía pensarse, el conde cometía el absurdo de alzarse distraídamente de la silla, bostezar y marcharse a hacer solitarios a un rincón de la mesa. Por su parte Fernanda caía en idénticas flaquezas, poniéndose a charlar animadamente con el chico del regente de la audiencia sin dirigir una mirada a su novio.

¡Ya pareció aquéllo! dijo el joven con despecho, muy molestado por la agria reprensión. Pues si quieres que no te diga ciertas cosas, procura callarte otras. Pepe Castro se encogió de hombros con superior desdén y se alzó de la silla. Dió algunas vueltas distraídamente por la estancia y paró al fin delante de un cuadrito, que descolgó para sacudirle el polvo con el pañuelo.

Y como si imaginase que con un arma de fuego le estaban apuntando al pecho y con otra á la espalda, dejó velozmente el balcón, dió algunas vueltas por la sala, fué, por último, á sentarse delante del piano y empezó á correr los dedos por las teclas distraídamente.

En medio del silencio nocturno que parecía cernerse sobre la casa, se oía claramente el murmullo de los cercanos pinos como arpas eólicas tañidas por el viento. Vamos, no seas así, padre, pues pronto me voy a poner bueno. ¿Qué hacen esos hombres ahí fuera? El viejo entreabrió la puerta y miró distraídamente.

Por fin, a las tres de la mañana, cuando empezaba a romper el alba, me vi en mis habitaciones sin más compañía que la de Sarto. Contemplaba distraídamente el fuego; mi compañero fumaba su pipa y Tarlein se había retirado a descansar, negándose a dirigirme la palabra. Cerca de , sobre la mesa, se veía una rosa de las que Flavia había llevado al pecho aquella noche.

Por entre estos residuos de pasada grandeza andaba el último vástago de los Ulloas, con las manos en los bolsillos, silbando distraídamente como quien no sabe qué hacer del tiempo. La presencia de Julián le dio la solución del problema.

La señorita Guichard escuchaba distraidamente las protestas afectuosas de Mauricio; cuanto el joven le decía era para ella letra muerta. Consideraba su amabilidad como un ardid de guerra y la consideraba nula. Todo lo que Mauricio le hablaba de cariño y de reconocimiento no tenía más efecto que distrerla desagradablemente de la conversación de Roussel con Herminia.

Palabra del Dia

consolándole

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