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Actualizado: 28 de junio de 2025
En seguidita va a salir... ¡Mire usted qué mono! añadió dirigiendo los ojos al otro extremo del patio, donde conversaban, al lado del piano, el cura y su discípula. Allí está don Alejandro hecho un caramelo con Elena. ¡De todos los gorros, los que más me sublevan son éstos de iglesia! Voy allá ahora mismo. Y partió como una saeta hacia ellos.
Donde decía: "Nada hay tan feo y despreciable como una joven altanera", ponía la discípula: "Nada hay tan ridículo y digno de risa como una vieja presumida". Alborotábase la miss, daba parte a D.ª Carmen, llamaba ésta a su hijastra, la reprendía dulcemente, y al verla triste y acongojada desarrugaba el ceño y la besaba cariñosamente. Y hasta otra.
En realidad Juana Dodson tenía un talle elegante y flexible, manos y pies razonables, muy hermosos cabellos, un cutis deslumbrador y hasta hubiera sido bonita sin unos horribles anteojos verdes que la desfiguraban y que no se quitaba jamás... ni para dormir, insinuaba maliciosamente su discípula, lo que le había servido de salvoconducto con la severa castellana.
Toda la cuestión consiste en convencerse de que Juana Baud no es Jenny Hawkins, y tengo la prueba en el bolsillo. Esta fotografía con la firma de la discípula de Campistrón, prueba hasta la evidencia la sustitución de personas.
Cabeza pelada, con las arrugas de la vejez a lo largo de la nariz; frente genial de imbécil y ojos apagados; porte exquisitamente correcto. Soy la señorita Jessy Loudon; me envía a usted la señorita Marjorie Daw, su discípula...
La duquesa viuda de Felipe Igualdad jamás quiso asociarse a los manejos revolucionarios de los partidarios de su marido, así como tampoco a las intrigas dinásticas que se desarrollaban en este partido, capitaneado por Dumouriez, hacia donde madame de Genlis conducía poco a poco a su discípula. ¡Lástima grande que las intenciones de madame de Genlis hubiesen triunfado!
Nunca podría aconsejarte bastante cuán necesario es para ti que sigas este curso... Por otra parte, voy a quedarme un instante con la señora Terpsy; deseo interrogarla acerca de los resultados obtenidos. Las dos mujeres se marchan. El profesor entra en el saloncito, donde Terpsy se le une, apenas ida su última discípula. Señora: ¡dispense usted mi curiosidad...! Ignoraba si debía...
Yo bien sé que los libros son la expresión de la sociedad, y que la sociedad sólo a medias es discípula de los libros; pero ¿quién negará que cada uno de ellos es leña echada en el fuego de la concupiscencia, incentivo del general descreimiento, piedra en que tropiezan las voluntades mal inclinadas, ocasión nueva de desaliento para las voluntades marchitas?
La belleza severa y correcta de aquella religiosa y su mirada límpida y firme le causaban una impresión que no se explicaba. En su pecho nació cierta inclinación extravagante hacia ella y vivo y ardiente deseo de ser su amiga o más bien su discípula, de postrarse ante ella y decirle: «¡Enseñadme, dirigidme!» ¡Oh, si le permitiera darle un beso por pequeño que fuese!
La mansedumbre, que es gran virtud, evitó que las monjas se ofendieran: no salió de sus labios palabra de reproche, nada intentaron para exacerbar la devoción naciente, quizá la vocación frustrada de Paz; pero tampoco se olvidaron de recordarla en días determinados y festividades solemnes que en un extremo de Madrid había una santa casa que se honraba con haberla tenido por discípula y a la cual debía enviar de cuando en cuando alguna limosna para obras de caridad, algún ramo de flores para aquel altar, en cuyas gradas se arrodilló tantas veces.
Palabra del Dia
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