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Actualizado: 28 de junio de 2025


La señora Lucy comprendió en seguida los deberes que le imponía su condición de esposa legítima de un notable comerciante, y se procuró la competencia de la condesa Rabat, que no está en la primera juventud; pero que se arruinó a fuerza de proteger las letras y las artes y de subvencionar a los artistas. En el vestíbulo, la condesa da las últimas instrucciones a su discípula.

Estrecha la mano de Sita y se va. En la academia Velázquez, la señorita Lorenza White es la discípula preferida del maestro Joaquín Pont-Dugard, miembro del Instituto y profesor de pintura para señoras. Esta joven es inverosímilmente rubia, con entonación de oro pálido; es delgada de aspecto, pero muy robusta.

Siempre que volvía de Villabermeja, el Comendador traía á su discípula libros de su biblioteca, flores y plantas de su huerto, y pájaros que cazaba vivos. Lucía gustaba mucho de los pájaros, y, merced al Comendador, no había ya casta de aves en toda la provincia, ora de paso, ora permanentes, de que Lucía no tuviese un par de muestra en su pajarera.

TALMA. ¡La señorita Daw es más que una discípula...! ¡Es una emanación de mi genio...! ¡Hágame el favor de sentarse, señorita Loudon...! ¡Y explíqueme lo que la trae por aquí...! ¡Estoy a su disposición...! Juega con un monóculo que le servía antiguamente en sus papeles de galán joven. JESSY. Se trata, maestro, de pedir a usted unas lecciones y...

Pero el maestro, que tenía un corazón tierno y suave, y en su temple una propensión a la confianza que rayaba en ceguedad, se enamoró de su discípula, contribuyendo a ello el amor exaltado que tenía el pescador a su hija y la admiración que esta excitaba en la buena tía María; ambos tenían cierto poder simpático y comunicativo que debió ejercer su influencia en un alma abierta, benévola y dócil como la de Stein.

Enderezóse la otra bruscamente, como si la idea de que trabajase para vivir la ofendiera demasiado. Me había dicho el marqués que daba usted lecciones de pintura. ¡Oh!, no, no. No soy profesora: discípula, pobre discípula.

Mochi le aguardaba con aquellos ojos punzantes, risueños y maliciosos: sin el dinero no se podía volver: detrás de Mochi estaba la Gorgheggi, su discípula, su pupila.

La venganza que Mochi se reservó para hacer pagar a su discípula la infidelidad espontánea, que él mismo había provocado, pero que le dolía, fue dejarla ver que él lo sabía todo y que el Duque era su mejor amigo y protector. Los regalos que Serafina ocultaba no eran la mitad del provecho que de tales relaciones había sacado la compañía.

»Tan grande era el terror que experimentaba al ver acercarse la tempestad, que no acertaba a pronunciar una palabra. Para colmo de humillación, Teobaldo, que acababa de llegar, entró en el salón. Mi tío le informó de lo que se trataba. »Hela aquí dijo, tomando la carta, que Carlos tenía en la mano; he aquí la discípula de usted, que nos va a leer su traducción.

Don Acisclo, esparciendo el humorismo a un lado y a otro, y con él un vivo deseo de venganza en los pechos de los pollastres a quienes maltrataba. Lo único que me interesaba un poco eran los amores del presbítero don Alejandro con su discípula. A pesar de la vigilancia exquisita de Pepita, se los veía tan pronto en un rincón como en otro, cuchicheando lo mismo que en el confesonario.

Palabra del Dia

rigoleto

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