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Actualizado: 12 de junio de 2025
Resolví dar yo mismo los primeros pasos junto a Krakow para llegar a un arreglo, bien que no estuviese yo para él en olor de santidad. Por el contrario, yo podía pensar fundadamente que sus amenazas se dirigían a mí también, pues los dos habíamos tenido ya nuestros dimes y diretes en el concejo municipal.
Los criados, avergonzados de sus malos tratos y pesarosos de aquel repentino cambio, que elevaba de nuevo a la expósita sobre ellos, no le dirigían la palabra. El largo martirio sufrido y la terrible enfermedad con que terminó habían dejado huellas profundas en su semblante. Su rostro pálido se trasparentaba como el nácar.
Lo había visto en aquella iglesia muchas veces oyendo su misa devotamente, y se indignaba contra las malas lenguas que, á guisa de oración fúnebre, hacían memoria de fusilamientos y Bancos liquidados allá en su país. ¡Un señor tan bueno y tan religioso! ¡Que Dios lo tenga en su gloria!... Y al salir á la plaza contemplaba con ojos tiernos los jinetes y amazonas que se dirigían al Bosque, los lujosos automóviles, la mañana radiante de sol, toda la fresca puerilidad de las primeras horas del día, reconociendo que es muy hermoso vivir.
Si me amaba, no sabía expresarlo, o yo era incapaz de sentirlo. Esta es la verdad. Y si sus actos no eran determinados por el amor, había que suponerlos hijos de otro sentimiento bien distinto. Autoriza a creerlo así el hecho de que todos los consejos que entonces me dio se dirigían a hacerme mujer elegante y distinguida; ni uno solo a hacerme honrada.
Sus palos oscilaron un momento entre las espumas, y luego desaparecieron también en la vorágine. ¡Pobre nave! exclamó conmovido el Capitán . ¡Quién sabe si pronto te seguiremos!... Entre tanto, la chalupa se alejaba con rapidez del lugar del naufragio, llevada por las olas, que se dirigían a la extremidad meridional de aquel inmenso golfo.
Debo advertir que como entonces dirigían los hombres la marcha del país, tuvieron el cinismo de dar el nombre de época gloriosa á un período en el que murieron millones de personas, siendo además incendiadas muchas ciudades, que aún no están reconstruidas, y devastadas provincias enteras. Al verse Eulame en el poder, se creyó investido de una misión sobrehumana.
Ella estaba ofendida profundamente; él, celoso y sombrío, no quiso pedir explicaciones ni reconocer su culpa, considerando este reconocimiento como un agravio a su dignidad; una palabra a tiempo hubiera reconciliado a los esposos; pero ninguno de ellos quiso pronunciarla. La hostilidad entre los dos se hizo cada vez mayor. Comían separados y no se veían ni se dirigían la palabra.
Había sorprendido a primera hora las conversaciones de algunos de la banda, que comentaban con orgullo lo ingenioso de su burla. Al espiar a Ojeda en la noche anterior y enterarse de su buena suerte, habían tenido un conciliábulo en el fumadero, despertando después al jefe de la música para encargarle esta alborada. Era una felicitación que le dirigían los antiguos amigos de Nélida.
Sin darse cuenta de lo que hacía salió de casa y casi a la carrera tomó la carretera de Lancia, llegando a ésta en pocos minutos. Aquel vago y terrible presentimiento que sentía realizábase al fin. Amalia se vengaba ferozmente. El sentido oculto de la carta era ése: se dirigían a él como padre de Josefina y causa de su desdicha. No sabiendo qué partido tomar, fue a su casa para reflexionar.
Los blancos decian que era impiedad dirigirse al oriente del hibierno, quando los ficles oraban á Dios; y los negros afirmaban que miraba Dios con horror á los hombres que se dirígian al poniente del verano. Zadig mandó que se volviera cada uno hácia donde quisiese.
Palabra del Dia
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