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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Y sus ojos se dirigían con mayor complacencia cada vez hacia la señora Liénard. Decíase que la viuda tenía ya sus veintisiete años, que unía a un espíritu encantador, un corazón honrado, rectitud de juicio y gran sensibilidad; que sería a la vez una excelente ama de casa y una compañera ciertamente deseable.
El puente del vapor se iba llenando con la población heterogénea de pasajeros que se dirigían á distintos puntos de las costas españolas y francesas y á Amberes, Rotterdam ó Hamburgo. El capitán, tipo vigoroso y simpático, marino frances pur-sang, pasó revista á su equipaje, y hallándolo completo, asi como su lista de pasajeros, hizo levar anclas.
Reñían por cualquier cosa. Como era natural, el irlandés, encontrándose en su país, lo conocía mejor y tenía más simpatías que nosotros. Ugarte consideraba este hecho tan lógico como un insulto que nos dirigían a él y a mí. Les advertí que, si seguían riñendo, les abandonaba y me iba solo. Se calmaron un tanto y cesaron en su disputa. Al anochecer alcanzamos a unos enormes rebaños de ovejas.
Y no obstante la lluvia y el frío de la noche, permaneció todavía algún tiempo inclinado sobre aquel hormigueo de desconocidos que pasaban de prisa, renovándose sin cesar y a quienes parecía que intereses apremiantes dirigían en pos de objetos contrarios. ¿Estás contento? le pregunté.
Al llegar una nueva banda, sus individuos, embozándose en las mantas haraposas para dar mayor misterio a la pregunta, se dirigían a los que aguardaban en el llano. ¿Qué hay?... Y los que oían la pregunta parecían devolverla con la mirada. «Sí; ¿qué hay?» Todos estaban allí, sin saber por qué, ni para qué; sin conocer con certeza quién era el que los convocaba.
Los indios que aun no estaban bautizados de dirigian en tumulto á oir los sermones diarios de los misioneros; y los que ya lo estaban, asistian puntualmente á la misa en los dias de fiesta, y alguna vez en los ordinarios, particularmente los sábados para cantar y rezar en coro mañana y tarde, ya en español, ya en moxo.
Y Flavia, besando mi mano, murmuró: ¡Así sea! ¡Oh, Dios mío, te ruego que así sea! Volvimos a la sala de baile. Obligado a recibir los saludos de despedida, me vi separado de ella. Cuantos me habían saludado se dirigían en seguida a la Princesa. Sarto iba de grupo en grupo, dejando tras sí miradas de inteligencia, sonrisas y cuchicheos.
Silbe usted también ordené a Sarto, para llamar a nuestra gente y entretanto icemos el cuerpo que ahí traigo. No hablemos ahora. Llegaron nuestros hombres y apenas tuvimos el cadáver de Máximo en tierra, vimos a tres jinetes que saliendo del otro lado del castillo, se dirigían hacia nosotros, aunque no podían vernos todavía, porque estábamos a pie.
Se objetará que la imaginacion ha convertido en voces el ruido del viento, y en apariciones misteriosas los fenómenos de la naturaleza; y así el débil mortal se ha creido rodeado de seres desconocidos que le dirigian la palabra, y le descubrian los arcanos de otros mundos. No puede negarse que la objecion es especiosa; sin embargo no será difícil manifestar, que es del todo insubsistente y fútil.
Cerráronsele los ojos de golpe; volvió á abrirlos y volvió á cerrarlos. Al cabo de algunos instantes torna á abrirlos é inmediatamente se le cierran. Esta vez ya no los abre. Los ruidos matinales que antes se escuchaban se habían ido trasformando poco á poco. Oíase ahora el andar acompasado de los transeuntes y los saludos que al pasar se dirigían.
Palabra del Dia
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