Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de junio de 2025
Muy poco más duró nuestra conversación. Al despedirme, tendí la mano á aquéllos heroicos y honrados marineros, y dije al moribundo Alcides del Cabildo de Abajo: Hasta la vista, amigo. Y ¿por qué no, tiña! me respondió, dando á mis palabras mayor alcance del que yo les había dado. Mareantes sernos todos de la mar de acá, y en rumbo vamos del mesmo puerto.
Si sobreviniera la intimidad sentimental con él, tendría que despedirme, a la larga, de las mejores prendas con que él me adorna; en cambio, como no sé hablar, las prendas que realmente poseo quedarían invisibles, de todos modos. No podré nunca, por ejemplo, describirle un ángel que se posesiona de mí cuando en él pienso..." "27 de mayo. "Ya nada puedo esperar y acepto lo que disponga Dios.
Confirmaba los que el conde relataba, con un movimiento de cabeza. Cuando nos levantamos de la mesa, yo me apresuré a despedirme por no molestar. Isabel aprovechó el momento para rogar a su padre que fuese aquella noche con ella al teatro. El conde respondió, mientras encendía un cigarro: No puede ser: ya sabes que no me gusta la ópera.
Yo, que estaba mirando esto con un hombre a quien había dicho, preguntando por él, que era un gran caballero yo , veo a mi buen tío, y echando en mí los ojos por pasar cerca , arremetió a abrazarme, llamándome sobrino. Penséme morir de vergüenza; no volví a despedirme de aquel con quien estaba.
Allá viene... sus amigos los cruzados le rodean. Todo ha de hacerse como lo he dispuesto yo... indicó lord Gray quiero despedirme de Cádiz con buen bromazo. Lástima que esto no pudiera hacerse en el escenario del teatro. Señores, se acerca la hora. ¿Baja usted... Araceli? Al instante voy.
Habéis pasado miserias y trabajos durante muchos años, para poder pagar mis alimentos en las Descalzas Reales. Yo he sido una ingrata... No hablemos, no hablemos de eso; ya no tiene remedio. Sí que le tiene, y en eso estaba pensando. ¿En eso? Sí, en el remedio. Pienso despedirme del teatro. ¡Ah! Y dar ocasión al duque para que se despida de mí... ¡Ah! ¿Y con quién piensas quedarte?
Perdóneme usted otra vez. Pero mi corazón necesita paz y he venido a buscarla a esta santa casa. Su siempre agradecida. Amparo.» Sin despedirme del padre Ambrosio salí comprimiéndome las sienes con las manos. Mi cabeza se rompía. Aquella carta había sido para mí un golpe de muerte, y apenas pude salir a la calle.
La había visto, como en una página de novela, regando sus claveles en el balcón; se llamaba Cándida, era pequeñita y rubia, habitaba una casita cubierta de enredaderas y me recordaba por la gracia y por lo airoso de su cintura, todo lo que el arte ha creado más fino y frágil: Mimí, Virginia, Julieta... Todas las noches, en éxtasis místico caía a sus pies color de jaspe; y por la mañana, al despedirme, dejaba en su regazo, algunos billetes de cien pesetas.
Iré á despedirme de ella y achacaré mi viaje á un mandato paterno, á un negocio urgente. Desde allá podré ir poco á poco desengañándola, y tal vez la ausencia mitigue la aspereza del golpe. Ya que me vea precisado á herir, procuraré hacer el menor daño posible.» Tomada esta resolución, encendió una bujía y se aliñó los cabellos frente á un espejo.
Al dirigirle la última mirada, mi espíritu se recoge en sí mismo, se alimenta de sí mismo, y no necesita más... Siento haber nacido en esta infame época. Yo no soy de esta época, no... Desde esta noche mi casa se cerrará como un sepulcro... Valeroso joven, al despedirme de usted para siempre, quiero darle una prueba de mi gratitud. Tampoco dije nada... Lord Gray continuaba delante de mí.
Palabra del Dia
Otros Mirando